martes, 9 de noviembre de 2010

“Irradia tristeza la ‘farandulización’ del periodismo en general y de la televisión en particular”

Martha Senn
La cultura ante la comunicación, el espectáculo, la prensa y la televisión son asuntos que analiza, en el siguiente texto, la abogada y cantante lírica Martha Senn, directora del Centro Cultural Biblioteca Luis Echavarría Villegas de la Universidad EAFIT. Esta fue su ponencia en el foro de Periodistas en la Carrera que se preguntó cómo es el tratamiento de la cultura en los medios masivos.


Por Martha Senn
msennrod@eafit.edu.co

¿Hay contenido cultural en nuestros medios de comunicación? Esta pregunta se me ha formulado para intentar una reflexión sobre un tema que para los estudiosos de la comunicación social no puede pasar desapercibido. Las palabras cultura y arte son recurrentes en los medios de comunicación.

Intentemos en primer lugar acercarnos a la idea de lo que es un contenido cultural. Son muchas las acepciones que teóricos, filósofos, antropólogos, sociólogos y artistas han dado al respecto de lo que es cultura. En su sentido más amplio aceptemos que lo que llamamos “cultura” se refiere a todas las formas y expresiones fortalecedoras del humanismo en una sociedad determinada.

Me gusta, para el propósito de lo que voy a exponer, la declaración que en 1982 hizo la Unesco en la cual se afirma que “la cultura da al hombre la capacidad de reflexionar sobre sí mismo y es ella la que hace de nosotros seres específicamente humanos, racionales, críticos y éticamente comprometidos. A través de ella discernimos los valores y efectuamos opciones. A través de ella el hombre se expresa, toma conciencia de sí mismo, se reconoce como un proyecto inacabado, pone en cuestión sus propias realizaciones, busca incansablemente nuevas significaciones y crea obras que lo trascienden”.

Sí, me gusta esta noción porque salta a la vista que el arte es uno solo de los componentes de la cultura. Y así vamos aclarando que el hecho de que un medio escrito o audiovisual, físico o virtual, informe, critique o se refiera al arte en cualquiera de sus expresiones es muy importante y debería ser considerado como tal con mucha más intensidad de lo que regularmente está sucediendo en el país.

Pero es apenas una parte de la idea de la cultura que deber estar presente en la atención mediática. El periodismo hecho con rigor, con precisión idiomática y con libertad es, él mismo, una expresión cultural.

Si se adopta la concepción antropológica de la cultura, resultaría que la cultura es la fuente del periodismo y todo el periodismo es cultural. Esta mirada antropológica es lo que algunos teóricos llaman más bien “lo cultural” de una sociedad, su modo de vida implicado en todas las formas de la actividad social, como bien lo sintetiza la autora Catalina González:

“La cultura es el modo de ser de un grupo social, su manera de pensar, sentir y creer, su saber almacenado, sin dejar por fuera la racionalidad, conducta, historia, legado y normatividad”.

Cultura es comunicación y comunicación es lenguaje
Umberto Eco va más bien por una noción sociológica y plantea un común denominador al decir que: “Todos los aspectos de la cultura pueden ser estudiados como contenidos de la comunicación”.

Con esta visión, cultura es comunicación, y comunicación es lenguaje y los lenguajes son tantos otros aparte de los idiomas: los artísticos, científicos, religiosos, tecnológicos, los mitos, los ritos, los gestos, y todos los demás que van conformando la identidad y la idiosincrasia de una comunidad humana ubicada dentro de un territorio que, a la par con los avances tecnológicos de la información y la comunicación, va pasando de ser simplemente territorio geográfico, a ser mucho más global, al punto que se habla ya de una cultural “glocal”.

Y ello se refleja en muchas expresiones creativas y artísticas que toman como inspiración esta dinámica que va rompiendo cualquier barrera en la comunicación entre los seres humanos.

“A través de cultura el hombre se expresa, toma conciencia de sí mismo, se reconoce como un proyecto inacabado, pone en cuestión sus propias realizaciones, busca incansablemente nuevas significaciones y crea obras que lo trascienden”: Unesco. / Foto de http://www.fotoeditores.com/
Shakira y Juanes son artistas “glocales” de Colombia, referentes que pasan como héroes mediáticos, creados, afirmados y endiosados por los medios. Pero más aún García Márquez, quien convirtió a Macondo en una “glocalidad” para unir lo global y lo local en una sola palabra.

En lo que sí hay que insistir es en que, cuando se habla de cultura, se habla de desarrollo humano. Es ahí donde los medios, todos sin excepción, tienen que tomar conciencia de la gran responsabilidad y contribución social en la que están comprometidos por el hecho de ser actores esenciales que dan vigencia al derecho cultural a la información, a la libertad de expresión y de opinión, lo que garantiza la existencia del pluralismo en una democracia, ese sistema de organización social que, como decía Winston Churchill, “es el peor de los sistemas políticos, con excepción de todos los demás”.

Qué tarea tan bella la de la comunicación y el periodismo… Qué maravilla sería que los directores de medios tomaran en cuenta, con la importancia que ello merece, que al lado de lo político, lo económico, y lo social —tríada que enfoca su atención integral en cuanto a información y opinión se refiere—, vincularan la cultura como cuarto pilar de sostenibilidad del desarrollo humano. Y eso no está sucediendo con la suficiente evidencia.

Calidad frente a frivolidad
Me gustaría conocer algún dato, por ejemplo, sobre la manera como están conformados en los medios los comités de redacción, los que toman las decisiones sobre lo que es o no publicable, lo que tiene valor informativo o no, lo que, en suma, se considera que sea o no noticia.

Apostaría a que estas directivas están integradas por el redactor político, el social, el económico y muy pocas de ellas con el redactor cultural. Inclusive el New York Times, considerado el mejor diario del mundo, es ambiguo en su lema, que mal traducido dice: “Todas las noticias que merecen ser impresas”.

Pero quiero recordar una anécdota que refleja la gran honestidad de este diario: en 1957, cuando el hombre lanzó el primer objeto en órbita terrestre, el diario neoyorquino motu proprio, publicó una aclaración (que otros hubieran callado) que más o menos decía:

“En los años veinte dijimos que viajar por el espacio exterior era completamente imposible debido a la falta apoyo para impulsar un cohete por la falta de aire. Estábamos equivocados. El impulso de los cohetes viene del principio de Newton de que ‘toda acción produce reacción’.”

Un periódico capaz de reconocer sus errores, es un medio confiable. Sin embargo, hay que reconocer que entre nosotros la lucha se sigue dando en cuanto a publicaciones de carácter cultural.

Magazines, revistas y periódicos culturales son un espacio de interés en el país, entre ellos el magazín literario del periódico Ciudad Viva, de Bogotá, que yo fundé y codirigí, y que todavía existe. Otro espacios de la más alta calidad desafortunadamente murieron por factores de sostenibilidad financiera, como la inolvidable publicación titulada La Hoja, de Medellín, cuyos ejemplares reposan en la Sala de Documentación Patrimonial de esta Universidad, y la emisora HJCK “el mundo en Bogotá”, por no citar sino dos dolorosas referencias.

Lo que si irradia tristeza es la “farandulización” del periodismo en general y de la televisión en particular, y la confusión que de ello se hace con la cultura.

No parece diferenciarse al personaje generador de la noticia del comentario de su propuesta o de su obra. A veces la minifalda triunfa sobre el arte, cuando los medios escarban en la vida privada de los artistas, de los políticos, de los intelectuales o en general de las personas, y elaboran sobre la arquitectura del chisme, sin dejar un aporte real a la vida cultural de una nación, aunque el “chimento”, como dicen en Argentina, sea divertido.

Pero de por medio está la noticia de lo que acontece día a día; esa es la esencia de la comunicación periodística y pareciera que lo que atrae al consumidor del medio noticioso, o mejor, a lo que está acostumbrado, es mucho más a la mala noticia que, en principio, siendo el pan de cada día en nuestra sociedad, nos evidencia las permanentes dificultades para avanzar en lo que se llama “desarrollo humano”, a lo que más bien sí están vinculadas las buenas noticias, así sean escasas.

De modo que para equilibrar en el acontecer del diario vivir colombiano, entre realidades y sucesos pesimistas y optimistas, la cultura y el tratamiento comunicativo que a ella se le dé merece un tiempo y un espacio muy considerables.

Los críticos de la vida cultural de un país que tienen cabida en los medios deben poseer una formación humanista reconocida académicamente por una institución de alta calidad. Así es en los países desarrollados; de lo contrario sus opiniones, en lugar de ayudar a formar el público, lo deforman.

La pérdida de espacio en los medios
Y hablando de pesimismo y optimismo, en el documento que resume el primer encuentro internacional de periodismo cultural de la Universidad Nacional de México (UNAM), del 4 y 5 de octubre de 2010, una conversación entre el portorriqueño Héctor Feliciano y el mexicano Nicolás Alvarado es bien interesante.

“Qué maravilla sería que los directores de medios tomaran en cuenta, con la importancia que ello merece, que al lado de lo político, lo económico y lo social, vincularan la cultura como cuarto pilar de sostenibilidad del desarrollo humano”: Martha Senn. / Foto de http://www.fotoeditores.com/
Entre ellos se fueron intercambiando opiniones sobre la pérdida de suplementos culturales, la disminución o desaparición de las páginas diarias de cultura, la extinción de la crítica de arte y la falta de recursos para hacer buen periodismo cultural, lo que convierte en desolador el panorama general de la divulgación cultural.

Internet, como facilitadora de opiniones no especializadas, lo que hace es empobrecer la calidad de la formación cultural de un público que podría, si ello estuviera bien fomentado, estar leyendo o escuchando una buena y seria opinión crítica.

Pero, a su vez, se llenan de optimismo cuando aceptan que ahora, gracias a la innegable presencia de los mails, blogs, twitters, messenger, e-books y otros avances tecnológicos, es cuando la gente lee y escribe más que nunca y que el auge del libro electrónico premoniciona más lectura y textos largos y de mayor profundidad.

Inclusive se discuten si Internet, con su atractiva capacidad audiovisual virtual de conocer el mundo, terminará acabando con el periodismo tradicional, porque la gente preferirá leer blogs a periódicos.

Lo que predica Umberto Eco neutraliza el argumento: el periodismo escrito no desaparecerá, a lo sumo cambiarán sus modalidades; el reto es el del buen periodismo y el buen reportaje, y es allí donde se ve un gran espacio para el periodismo cultural.

Además, la gente no es tonta y tiene la capacidad para distinguir entre periodismo cultural serio y los blogs superficiales, afirman los dialogantes, para concluir que el trasfondo del problema es la gratuidad del internet, y como hacer buen periodismo cuesta, el recurso de los anunciantes que quieran que sus productos se relacionen con la cultura parecería ser una salida, afirman. Y aprovechemos para recordar que el cine no acabó con el teatro ni la televisión con el cine ni el musical enterró la opera.

Parecería que cultura y TV son términos antagónicos
Pero, ¿qué tanta aplicación podría haber de todo esto en lo televisivo? ¿Qué posibilidades de espacio tiene el periodismo cultural, con reflexiones serias, en una televisión que es por su propia naturaleza el más ligero medio de entretenimiento masivo abierto al disfrute del tiempo libre? ¿Tendría la televisión un potencial para contribuir al enriquecimiento cultural de la sociedad?

“La televisión puede ser el medio por excelencia de comunicar bienes culturales y ello está demostrado con la televisión por suscripción y la televisión pública, e inclusive a través de las tan criticadas telenovelas”: Martha Senn. / Foto de http://www.fotoeditores.comn/
 Algunos estudiosos del tema, como los españoles Manuela Hernández y Miguel Robles, afirman que el hecho de que el estado mental del televidente sea pasivo solo lo predispone para el disfrute; que los términos cultura y televisión son antagónicos y que los programas culturales contradicen la esencia del modelo televisivo pensado para el entretenimiento de las masas.
Agregan que la televisión conduce al ser humano a perder su capacidad de distinguir entre la tragedia y la comedia, que todo es entretenimiento y éste llama más a la risa que al llanto. Que nunca se podrá desvirtuar su esencia de diversión de masas para convertirlo en un medio denso, cargado de contenidos culturales y pedagógicos.

A estos estudiosos se les olvidó que puede ser el medio por excelencia de comunicar bienes culturales, y que ello está demostrado con la televisión por suscripción y la televisión pública, e inclusive a través de las tan criticadas telenovelas.

Si la TV no impactara al televidente, no existirían los anunciantes quienes a través de su millonaria publicidad televisiva construyen hábitos de consumo en la población. Y recordemos ejemplos de buena televisión, con programas de alto contenido cultural, como los producidos por la BBC en Inglaterra o por la televisión pública en Estados Unidos.

Y sin embargo, como lo afirma el escritor Hugo Gutiérrez Vega, “el periodismo cultural es vital para el desarrollo civilizado de los pueblos […] Sin periodismo cultural no se puede tomar un pulso de la cultura de un país, no se pueden fomentar valores artísticos y culturales ni se puede dar a conocer la crítica especializada que va formando opinión seria…. Y es una de las áreas del periodismo que tiene que estar más fortalecida desde la academia”.

En síntesis, la única forma de dar a conocer los productos culturales de una sociedad es a través del ejercicio de un periodismo con calidad.

Pero entre nosotros, si de un lado —tal como lo afirma la periodista Ana María Cano— el periodismo en Colombia desde hace muchos años es oficial, se nutre de fuentes primarias oficiales y ha abandonado y considera menesterosas las fuentes que le son propias, como la cultura y la creatividad; y de otra parte, según María Teresa Herrán, notable tratadista del tema, se acepta que los medios de comunicación estén gobernados por las lógicas comerciales, del consumo y de la prevalencia de la imagen sobre el contenido, entonces ¿qué tipo de contenidos culturales son los que prevalecen en los medios de comunicación en Colombia?

Esa es, pues, la gran pregunta, la que requiere de todos ustedes, los más interesados en el tema, una respuesta.

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