lunes, 8 de noviembre de 2010

El Negro, un barbero que pule con su risa y su música

Para Wílmar, la música es una pasión y algo que quisiera desarrollar mejor. “Ya compuse una canción que próximamente saldrá al mercado en el álbum de un amigo mío”, afirma.
Wílmar Córdoba Fernández, mejor conocido como El Negro, es uno de los barberos más populares del barrio Robledo, de Medellín. Su trabajo es reconocido por clientes y colegas. Tras las tijeras y los tarros con polvos y perfumes se esconde un cantante de rap y hip hop.

Texto y fotos Luis Felipe Barrada C.
bitacora@eafit.edu.co

“Soy una persona muy relajada y definida, bastante alegre y positiva con respecto a la vida. A mí todo el que me conoce me lleva en la buena porque sabe que soy una persona muy fácil de tratar, muy fácil de abordar”. Así se define El Negro, un personaje bastante particular: barbero de profesión pero músico de corazón.

Su vida ha tenido facetas muy variadas, desde lanchero, constructor y guía turístico hasta llegar a su actual trabajo.

De constitución gruesa, unos 1.85 de alto, piel morena, cabello con rastas, ropa muy a su estilo, siempre con una sonrisa en el rostro, muy expresivo e irradiante de buena energía a su clientela… Esas son sólo algunas de las características de este joven.

Su verdadero nombre es Wílmar Córdoba, nacido en Medellín hace 22 años. Su madre Elizama Hernández y su padre Jorge Córdoba lo formaron desde pequeño para ser una persona independiente.

Fue registrado en Quibdó, al igual que a uno de sus hermanos, por los problemas que surgían entonces en Medellín con los niños mayores de un año. De allí viene su parte de su personalidad caribeña, muy asociada a la costa norte chocoana. En él confluyen la cultura costeña, paisa y chocoana, que le dan un acento bastante particular.
“Este oficio no exige dedicación de tiempo completo. Me permite hacer algunas otras cosas y sacar el tiempito para todo”, comenta El Negro.
Tiene dos hermanos con los cuales ha compartido mucho y con los que lleva una excelente relación. “Son unas personas a las que quiero mucho: Wilson, William y Wílmar. Se nota que mis papás tenían una obsesión con la W”, comenta entre risas.

Casi toda su vida ha transcurrido en Medellín, aunque algo bastante particular ocurrió cuando se fue a vivir durante un año al pueblo de procedencia de su madre.

“En el tiempo en que me fui un año para la costa chocoana (2002) trabajé para la familia de mi mamá. Era muy servicial con los turistas sin esperar nada a cambio, sabiendo que luego ellos se acordaban de uno y antes de irse dejaban una buena propina. Fui guía turístico en los hoteles, manejaba un grupo de coreografía y hasta trabajé como lanchero. Las experiencias que viví allí marcaron mi vida por completo”.

Como tantas cosas en su vida, la llegada al mundo de la estética y el corte de cabello se dio de forma inesperada. Según cuenta, todo surgió debido a su padre: “La comunicación con mi papá nunca ha sido muy fluida; mi real apoyo en la vida ha sido mi madre; sin embargo, fue gracias a él que tuve algún contacto con todo lo relacionado con la barbería. Él fue barbero en la Cuarta Brigada del Ejército por cerca de 22 años, siendo un gran experto en la materia. Yo con sus accesorios iba improvisando y molestando con mis hermanos a hacer cualquier corte que se nos ocurriera”.

“Un tiempo después, viendo que yo le iba cogiendo gusto a este cuento, mi padre me dijo que esa era una buena forma de conseguir dinero; un mensaje subliminal que me influyó mucho. A pesar de nunca haber recibido clases de su parte, valoro mucho el empujón anímico que me dio: toda persona necesita algo así para emprender un nuevo rumbo”.

Los primeros cortes…
Wílmer comenzó a trabajar en una barbería ubicada en el Centro de Medellín, cerca a donde acudían muchos trabajadores de construcción para cambiar sus cheques: era una oficina aledaña a su sitio de trabajo. Para este barbero fue una buena oportunidad de aprender, ya que esas personas no se preocupaban tanto por su aspecto, sino por quedar “presentables”.

Detalle de su barbería, ubicada en la sala de su casa, en el barrio Robledo.
Luego pasó a trabajar en la peluquería de una señora ubicada en Robledo, la cual no tenía mucho éxito. Su paso por este negocio fue fugaz, luego de conocer a uno de sus grandes amigos y colegas: Richard Cardona. Con él trabajó en un negocio donde su jefe -según dice- los trató de mala manera.

Por eso ambos se independizaron y montaron su propio negocio. Afirma El Negro: “Siempre he sido muy independiente y no me gusta que me manden. Intento anticiparme a las cosas que tengo que hacer y creo que esto me ha hecho tener éxito en los lugares donde he trabajado”.

Después de dos años de trabajar con su amigo y de alcanzar el nivel que había deseado para satisfacer a sus clientes, decidió que era la hora de independizarse. De esa forma montó su propio negocio desde el cual desde hace unos meses cumple con la labor diaria.

Para él su trabajo pasó de ser su forma de ganarse la vida a convertirse en un verdadero hobby. Así descarga también toda esa energía propia de su personalidad hiperactiva. Afirma que sin importar cuánto dependa de esto, siempre será algo que lo divierta, que lo hace con gusto y lo motiva a esforzarse al máximo.

En la sala de su casa tiene instalada su barbería, un lugar más o menos amplio, con tres grandes espejos y todos los accesorios requeridos. Además, este sitio tiene la característica especial de que fue decorado por él mismo, con dibujos alusivos a su forma de ver y sentir la vida.

El hip-hop del cabello
No es raro que en medio de su trabajo improvise versos al estilo del hip–hop o el rap, o que al escuchar una canción que le agrade la cante con su fuerte vos.
Wílmar es una persona de hábitos sencillos, nada complicada y quien vive la vida en el momento justo, siempre a ver qué le depara
Algunos podrían tildar esta actitud de loca o tonta, pero ya eso hace parte de la personalidad de El Negro y es algo con lo que muchas veces sus clientes se divierten.

Es que su gusto por la música no es superficial, sino algo que, según dice, es totalmente innato: “Esas cosas vienen en la sangre. Para mí la música es una pasión y algo que quisiera algún día desarrollar mejor. Ya compuse una canción que próximamente saldrá al mercado en el álbum de un amigo mío. Ojalá se concreten las cosas y pueda explotar mi talento”.

Sus amigos corroboran todo lo que comenta; por ejemplo Alexis Mejía: “El Negro es un parcero en todo el sentido de la palabra. Siempre está ahí para apoyarlo a uno y, si uno lo necesita, cae donde sea y pa’ las que sea. De verdad es de esos amigos que se llevan siempre. Además, con todas las bobadas que dice, cómo no acordarse”, comenta entre risas.

Así es Wilmer Córdoba o El Negro, como lo llama la mayoría de quienes lo conocen o le tienen confianza. Su personalidad emprendedora y arrolladora lo hace un personaje carismático y amigable, muy accesible y sin tapujos para responder lo que se le pregunte… En fin, un personaje en todo el sentido de la palabra.

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