Carátula y solapa del libro Cuentan, de Luz Mary Giraldo. |
Texto y fotos Rosa Theran
rtheran@eafit.edu.co
Muchas voces, pocas de hombres, resonaban en el salón. Afuera lo hacía la lluvia. Quienes precedían este evento eran académicas, madres, esposas, maestras y, sobretodo, mujeres. Su pasión: la tinta y el papel.
Las miradas se posaron en la mujer que hablaba acerca de quien la inspiró a publicar varios títulos en los últimos años. Claudia Ivonne Giraldo ahogó una sonrisa y una lágrima al presentar a su “tutora y guía”, Consuelo Posada. Junto a ella deleitó con sus lecturas y anécdotas a los más de 50 asistentes al conversatorio “Voces femeninas en la literatura de hoy”, en la pasada Fiesta del Libro y la Cultura, de Medellín
Las mujeres y la escritura
Consuelo leyó un ensayo sobre el libro Cuentan, de Luz Mary Giraldo, una antología con obras de escritoras de todos los tiempos que tratan diferentes temas con un toque particular de sensibilidad. Las conferencistas destacaron que “la literatura femenina aún sigue siendo considerada invisible o escrita exclusivamente para las mujeres”.
Consuelo Posada (izquierda) y Claudia Ivonne Giraldo (derecha) fueron las anfitrionas de este conversatorio acerca del papel de las mujeres en la literatura. |
Escribían también acerca de hombres imponentes pero débiles, de hombres enamorados del cuerpo de la mujer y de la bebida. Ellas, por su parte, eran retratadas como sometidas o heroínas. Todo esto en un entorno de violencia política, social y de género.
Luz Mary Giraldo, en su recopilación, se encarga de oír a los cuerpos sensuales y cicatrizados de infantes, mujeres y ancianas en cuentos que dejan un hoyo en el corazón, en el cerebro y en el alma.
¿Qué escriben y de qué hablan?
Mediante la evolución de la literatura femenina, dijo Posada, los temas adquieren un mayor trasfondo: “Todo es aludido y todo es enunciado, en especial en la literatura de las mujeres de las décadas de 1960 y 1970 que hablaba de la posición de la mujer en la violencia que se sufría”.
Claudia intervino diciendo que las historias de amor de las mujeres mayores solían ser las historias de casas y esposas perfectas, y que las jóvenes prefieren escribir sobre el amor de cuero, de admiración y de pasión.
Consuelo sonrió ante esa intervención y agregó: “Las mujeres escriben lo que ven cada día; cada generación exalta a la anterior, pero imprime el deseo de tener la vida que los hombres, hasta unos cuantos decenios, podían disfrutar. Quieren tener la misma posición socio-cultural, pero no olvidan que ellas tienen mayores responsabilidades. Sí, hemos salido de casa, pero ellos no han entrado en ella”.
Escribir sobre el universo femenino
Después de la lectura de Consuelo, las preguntas inundaron el recinto y se necesitó correr con suerte para ser elegido entre la cantidad de manos levantadas.
Un evento en el que el tema central eran las mujeres,también contó con la presencia de hombres. |
¿Cómo y de qué cosas hablan las mujeres en las obras que escriben?
“Las mujeres hablamos de muchas cosas. Antes la pregunta debió ser: ¿de qué cosas no hablan la mujeres?”, bromeó Consuelo. Y continuó:
“Escribimos de nuestros universos, de lo que vivimos cada día a día, hablamos de la vida, de la muerte, de la seducción y el romance, del cuerpo y del alma, de la lujuria, del trabajo, de la educación, de la ingenuidad”.
¿Hay machismo en los círculos literarios?
Y respondió Consuelo: “Esta es una anécdota que vivió la tía de una amiga mía. La señora escribió un libro, puso de su dinero para su impresión y publicó unos cientos de ejemplares. Los llevó a librerías, pero no se vendieron tan bien como ella esperaba. Como le sobraron unos libros, los guardó en cajas de cartón en el garaje de su casa. Todo bien hasta que se inundó el garaje”.
“La mujer decidió regalar todo a un centro de reciclaje que trabaja con el Hospital San Vicente de Paul. Allí se dieron cuenta de que algunos libros quedaron en buen estado, a pesar de los traumatismos que sufrieron”.
“Uno de los colaboradores del centro era un socio de la Compañía Nacional de Chocolates y rescató los libros. Él leyó en la portada que fue escrito por una mujer y decidió dárselo como regalo a las mujeres de la mesa directiva, que en la época eran muy pocas. De casualidad mi amiga estaba en la mesa directiva. Vio el nombre de la autora y llamó a su tía preguntando por el libro que ella escribió”.
“La moraleja de esta historia no es la graciosa casualidad, sino que aún hay hombres que consideran que las mujeres escriben para las mujeres, cuando en realidad ellas escriben a todos, sin importar quién está leyendo la obra”.
Claudia explicó que tal vez el único problema de la literatura femenina sea la poca facilidad de las mujeres para publicar libros: “Las editoriales y el gobierno apoyan en Medellín las letras femeninas, pero no llegan a grandes públicos por la errónea concepción que se tiene sobre las obras escritas por las mujeres”.
¿Y todavía tienen que usar seudónimos masculinos para entrar en el mundo de los libros?
“Las mujeres dejaron de escribir con seudónimos masculinos hace muchísimo tiempo. El caso de George Sand realmente se dejó de hacer porque lo que realmente se quería era que una mujer escritora fuera leída por todo el público sin importar si usaba o no disfraces”, respondió Claudia.
Y concluyó: “Las mujeres nos dimos cuenta de que nuestra palabra era poderosa y que debíamos usarla como se debe. Mejor dicho, no hay que vestirse como hombre, pero benditos sean los pantalones. Imagínense a nosotras con la incomodidad de una falda en un escenario público, sin importar el que sea. Pasa lo mismo con escribir, las faldas escriben tan bien como los pantalones”.
Hola, muy buena síntesis de la conferencia pero revisa bien que tienes un error de edición, hay un contenido repetido en las respuestas. !Éxitos en el trabajo del día a día Bitácora!
ResponderEliminarMil gracias por tu comentario. Estamos pendientes de nuestros lectores.
ResponderEliminarAtentamente,
Edición Bitácora.