Lina Giraldo Escobar es socia y productora de Resplandor Films, una empresa de actuación y de formación para actores que pretende crear cine de alto nivel con proyección internacional.
Textos y fotos Camila Mesa Aristizábal y Ana María Pareja Escobar
bitacora@eafit.edu.co
Su personalidad es arrolladora y se diría que bastante abierta. Siempre ha tenido gusto por el baile y por todo lo relacionado con actividad y expresión corporal, además de un gran talento actoral. Se llama Lina Giraldo Escobar, nació en Medellín y aún vive en casa de sus padres. Tiene 28 años y es egresada de Comunicación Social de la Universidad Pontificia Bolivariana en la promoción de 2005.
Desarrolla un proyecto llamado “Táctica, la fuga” en el cual interpretará a una mujer que baila en un club nocturno. En un principio ese papel fue la razón por la que se aventuró en el mundo del pole dance o, en lenguaje coloquial, baile del tubo.
Sin embargo, a medida que se fue metiendo en él descubrió que le apasionaba, que quería practicarlo e incorporarlo en su vida diaria. “Cuando empecé me di cuenta que me encantaba, que lo disfruto muchísimo, encontré ahí mi sabor”, dice Lina mientras habla por el blackberry acostada en su cama, y coge fuerzas para vestirse y bailar en el tubo que tiene en su pieza.
Al llegar a su casa, un edificio escondido entre árboles en una de las tantas lomas de Medellín, la de Los González, abre el portero acompañado de dos policías que parece que cuidan a los tantos personajes viven en Saint Etienne, ese edificio alto, de color crema y con balcones grandes que sobresalen.
Allí también viven los Giraldo, no tan importantes ni adinerados, pero igual propietarios del apartamento 1502.
Al tocar el timbre del apartamento abre Lucy, una mujer de edad media, morena y de cabello negro, de mirada penetrante y carácter fuerte: la señora del servicio que lleva por lo menos 20 años con ellos. Lina está en su habitación.
Un amplio espacio para el tubo
La casa es grande, de unos 350 metros cuadrados y muy bien decorada con objetos modernos y coloridos. Desde el balcón se puede ver el interior del centro comercial Oviedo, pero tan alto que da miedo asomarse.
Uno de los cuatro cuartos es el suyo, el de la izquierda, muy organizado a pesar de todas las modificaciones que sufrió a causa de la instalación de la barra.
Un colchón en el piso tendido con un edredón fucsia con arabescos azules, un mueble lleno de libros acompañados de un televisor, un sofá naranja al extremo y un perchero donde cuelgan bolsos de variados colores, tamaños y formas, son los objetos que tuvieron que ser movidos para darle espacio al tubo, el protagonista del lugar. Ese objeto que se roba el espacio de media habitación pero también las miradas de todos los curiosos que llegan.
Una actividad nueva en la ciudad
El pole dance llegó hace dos años llegó a Medellín gracias a Zully Osorio y a Mónica Suárez, quienes abrieron la academia Pin-Up Girls, de la que Lina forma parte desde hace más o menos un año.
Alrededor de esta nueva y moderna corriente hay varias posturas: algunos lo consideran como pole fitness, una forma novedosa de ejercicio tanto aeróbico como anaeróbico en el cual se requiere fuerza y resistencia.
Otros lo catalogan como arte escénico, es decir, pole art, enfocado al baile y practicado por acróbatas de circo, como los del Cirque du Soleil, famoso centro de entretenimiento canadiense que tiene 19 espectáculos en más de 271 ciudades de América, Europa y Asia, y que se define a sí mismo como un “montaje dramático de artes circenses y esparcimiento callejero”.
Las dudas iniciales en la familia
Para esta paisa de 1.60, estatura promedio de las jóvenes de la región, con un cabello castaño que cae sobre los hombros, ojos oscuros y piel clara con un toque de pecas, el pole art es lo que más le gusta pues considera que el pole fitness es algo brusco.
Aunque afirma que su danza es una combinación de los dos, un baile que siempre se tiene que hacer bonito. “Se pueden hacer acrobacias y mezclarlas con arte, con baile, con sutileza; es una mezcla de todo, de fuerza y sensualidad”, dice con un brillo en los ojos que demuestra la pasión que le imprime a esta disciplina.
Cuando se le pregunta a sus padres si estuvieron de acuerdo con que su hija bailara pole dance, ambos se ríen: lo consideraron una locura más de las que se le ocurrían a ella, pero al pasar el tiempo y ver que era en serio comenzaron a apoyarla y les terminó gustando.
“Me parece que ha cogido destreza, físico y mucho talento. Ya la gente la admira cuando la ve trabajando en ese tubo. Es algo novedoso que aceptamos y nos gusta”, expresa Guillermo, su padre, de 62 años y dueño de una empresa de equipos industriales, Variadores S.A., fundada en 1987.
Hace ya cuatro meses que decidió, con ayuda de su papá, comprar la barra de 900 mil pesos, la cual adquirió en la academia Pin-Up Girls, para instalarla en su cuarto.
Aunque su familia fue conservadora y prevenida en un principio, pues les parecía strip-tease, después de verla bailar quedaron convencidos de que era un deporte y un arte.
“Mis papás no entendían por qué quería eso. ¿Cómo así Lina?, ¿para qué?, ¡eso tiene connotación de strip-tease! Pero después se dieron cuenta de que es un ejercicio. Yo lo tomo como una forma de expresión corporal”, comenta.
Lina instaló a presión el tubo de metal, que no daña el techo ni el piso, para practicar más tiempo y avanzar en el aprendizaje. La música que más le gusta bailar es la de Andrea Bocceli, especialmente Por ti volaré, en su versión italiana, porque es tranquila y pausada: “Entre más lenta sea la música, mejor”.
Las academias de pole dance y en general los lugares dedicados al baile tienen espejos. Con una mueca en la cara que reflejaba descontento, Lina comenta que su mamá se los prohibió pues ahí sí parecería un burdel: “Algún día los tendré y los terminarán aceptando. Los espejos son buenos para ver cómo se están haciendo los movimientos”.
Una sesión de práctica
Lina se dirige al baño para cambiarse pues dice que ya quiere bailar. Cinco minutos después camina por la casa vestida con un top y unos cacheteros azules con el emblema de Pin-Up Girls que dejan al descubierto su abdomen plano y unos músculos bien tonificados.
Va de aquí para allá consiguiendo todos los implementos necesarios: un ventilador para que no le suden las manos, una toalla, un tarro de alcohol para limpiar el tubo y un reproductor para el ipod. Y comienza la función.
Mientras calienta y estira los músculos, esencial para prevenir lesiones, la música empieza a sonar. Se mueve con soltura y hace piruetas sencillas. Luego vienen las avanzadas: alza los pies, se pone boca arriba y se sostiene con una mano o en ocasiones sólo del abdomen.
Al bailar está ejercitando todo el cuerpo, es por esto que se considera un ejercicio tan completo.
“Todas las partes del cuerpo se trabajan, hasta las yemas de los dedos”, dice, y expresa que es fácil aporrearse y tener morados, uno diferente cada que hace un nuevo movimiento. Aunque también es una forma de relajarse, descargar energías y concentrarse en sí misma.
Otras cosas que la entusiasman
El pole dance no es la única pasión de esta comunicadora y actriz. La Kabbalah también hace parte de su vida y de su personalidad. Significa “recibir” y viene de la palabra hebrea lekabel; no debe confundirse con una religión aunque tiene bases del judaísmo.
Es una sabiduría que da herramientas para entender cómo funciona el mundo y por qué sucede lo que sucede; son las instrucciones de la vida.
Este conocimiento, que se hace llamar a sí mismo un estilo de vida, tiene como libro de estudio principal el Zohar, una serie de libros escritos en arameo y más antiguos que cualquier religión, además de cientos más sobre temas diversos como el amor, el odio, el rencor…
Los títulos más conocidos son: Dios usa lápiz labial, Los 72 nombres de Dios, Más allá de la culpa y Los secretos del Zohar.
Lina empezó en Kabbalah hace 5 años y desde eso ha estado comprometida al máximo. En su habitación descansan los 23 tomos del Zohar y varios libros más pequeños sobre temas cotidianos.
Ha estado en San Diego (California) en un evento cósmico llamado Pesach, más conocido como la pascua judía, una fiesta donde el pueblo conmemora la liberación de la esclavitud a la que los sometieron los egipcios. También asiste a clases cada vez que dispone de tiempo; son en el centro de Kabbalah Medellín todos los martes a las 7:30 p.m., con una duración de dos horas.
“Me da miedo que se descalabre”
Lina baila de nuevo, esta vez con una canción electrónica suave, y con unos tacones de 12 o 15 centímetros de alto.
Limpia el tubo con un trapo empapado en alcohol, se limpia también las manos y comienza de nuevo. A medida que la canción sigue, las piruetas, volteretas y movimientos van siendo más avanzados y exigentes.
“Me preocupa más el hecho de que se vaya a caer de allá y se descalabre a que sea una baile con connotación de cabaret”, afirma Lucero, como le dicen por cariño en la familia a su madre.
A Lina no parece importarle la posibilidad de caerse y ni siquiera los morados. Baila con la naturalidad y concentración propias de una bailarina profesional.
En medio del baile entra su hermano David, siete años menor, y estudiante de Ingeniería Mecánica en la Universidad EAFIT. Se sienta en la cama con cara de asombro y algo de felicidad. Le gusta que su hermana sea tan dedicada y tenga talento.
“Es una forma de ella expresar lo que es, aunque algunas veces me da pena porque su personalidad es demasiado abierta y no me parece que esté bien. Me toca regañarla porque la gente malinterpreta las cosas y puede pensar que es una puta porque baila en cualquier lugar. Esa es la parte con la que no estoy de acuerdo, pero en cuanto al pole dance como tal me parece que es demasiado tesa y muy bueno que lo practique”, expresa este joven de 21 años, ojos azules y cabello rubio.
Lo que piensa su novio
La misma opinión tiene su novio Jorge Castro, un publicista de la Universidad Pontifica Bolivariana, quien dice que es un espacio de ella, donde se relaja y se ejercita, algo que va con su personalidad.
“Tengo un video de ella y se lo muestro a mis amigos. Me parece que tiene mucho talento”, dice entre risas.
En la relación de Jorge y Lina, el pole dance ya se convirtió en algo normal, él la apoya y piensa que las figuras que hace son muy bonitas.
“Cada que aprendo un paso nuevo se lo muestro, es como un deporte que se está aprendiendo y uno está progresando constantemente. A él le encanta y le gusta que progrese”, dice ella con entusiasmo.
El pole dance cada vez se populariza más en Medellín y en Colombia. Es una técnica de moda que toma fuerza, tanta que existen personas como Lina que han adquirido barras para practicar en sus casas y que le imprimen tanto esfuerzo a esta actividad que están desbancando incluso al pilates reformer, actividad física que une el dinamismo y la fuerza muscular con el control mental, la respiración y la relajación.
Esta colombiana se debate entre la Kabbalah, que le proporciona respuestas a lo que le sucede; la actuación, que desempeña mediante su empresa, y el pole dance, con el cual se relaja, libera el estrés y se concentra en sí misma. Más que una pasión, es su estilo de vida.
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