“Aún siendo de los candidatos más jóvenes a la Cámara con sus 27 años, Felipe Viveros (derecha en la foto) sobresale por su sensatez para abarcar cualquier tema”.
Texto y fotos Ana Vieira
avieiram@eafit.edu.co
OPINIÓN. Mientras que la ciudad sigue empapelándose de sonrisas, poses y promesas, los candidatos reúnen sus últimas fuerzas para conseguir votos. Por su parte, los ciudadanos se confunden ante tanta información de candidatos y partidos.
Y es que hay de toda clase, colores y sabores. Nuevos partidos con un solo candidato y otros en los que hay tantos que es imposible decidirse. Está el que quiere llamar la atención andando con un lápiz de su tamaño a todos lados o, mejor aún, el que recorre la ciudad descalzo durante toda la campaña para decir que tiene “los pies en la tierra”.
Están los que juegan a ser políticos sin tener siquiera muy claro el tema y, aperezados, te ponen como sitio de encuentro “unas bodegas ahí por el Parque Berrío”; como también hay quienes te dan cátedra sobre la “decencia” en carros-vallas con pantallas y sonido muy sofisticados.
Unos hacen campaña con su mejor foto, pero otros tienen una imagen tan débil que utilizan al saliente Presidente como una fuerza superior que los llevará al triunfo. Es muy común ver la imagen de Uribe como si fuera el Sagrado Corazón, mirando al cielo, en blanco y negro y con una transparencia angelical que se une con el fondo. Otros no se preocupan por hablar directamente de él en sus cuñas de radio o hasta poner su voz de fondo en los comerciales.
Los transeúntes de Medellín comparten su cotidiano con estas imágenes políticas que están por todos lados y poco a poco toman su decisión con dificultad, por la creciente contaminación visual que llega al límite.
Un rato con Felipe Viveros
Ese día, justo cuando decidí ser una estudiante rebelde y no buscar más políticos, pues llevaba varios intentos fallidos para conseguir pasar un día con uno de ellos, apareció el que necesitaba y de la manera más natural. Lo confundí con cualquier estudiante de EAFIT y expresé sin tapujos mis gustos y disgustos políticos.
Luego recibí el volante de su campaña y descubrí que ese “pelao”, sentado como cualquiera de nosotros, era el candidato a la Cámara que sería víctima de mi seguimiento, llamadas, fotos y preguntas durante algunos días.
Aún siendo de los candidatos más jóvenes a la Cámara con sus 27 años, a leguas sobresale su sensatez para abarcar cualquier tema. Una seriedad que refleja años de experiencia, pero que a menudo se convierte en espontáneas sonrisas y chistes que te recuerdan su corta edad.
Los ratos con Felipe fueron muy informales: primero unas empanadas en el Country Club dónde se mezclaron temas políticos con anécdotas, amigos en común e historias de vida. Al otro día, una visita a la Facultad de Minas de la Universidad Nacional con un largo recorrido amenizado por mi preguntadera sobre lo que aún no entiendo de la política, nuevos candidatos que veía en pasacalles y, sobre todo, sobre su campaña e infancia.
Felipe respondía con interés mis preguntas cuidando cada palabra. Recuerda con risa maliciosa sus travesuras en el colegio Alcázares y su liderazgo, una veces positivo, otras no tanto, pero siempre con ideas y sólidos argumentos.
Politiqueando entre amigos
Qué mejor manera de trabajar, recorrer el país, discutir temas, organizar las propuestas y darse a conocer que con los amigos. Fue por eso que Felipe formó su equipo de campaña con sus mejores amigos, con los que creció.
Cualquiera pensaría que por estar disfrutando su manera de hacer política y por ser tan jóvenes, no se la están tomando en serio. Pero, por el contrario, lograron consolidar un equipo de trabajo absolutamente organizado, una sede con gente trabajando todo el tiempo y las puertas abiertas para el que quiera entrar.
Su trabajo es siempre pensando en la gente y reitera sus ganas por defender los derechos humanos. Es un tema que hace parte fundamental de su discurso y nació tras ser secuestrado por el Eln (Ejército de Liberación Nacional), episodio que lo hizo sentir la violación de uno de sus principales derechos: la libertad.
Felipe no se identifica con los políticos tradicionales y comparte con Sergio Fajardo la importancia de combatir la corrupción en un país como este. A menudo en la calle olvida su papel de candidato y le ayuda a las personas necesitadas sin siquiera pedir un voto a cambio.
Así es Felipe Viveros, sensible, sensato y trabajador. Creció con todos sus sentidos puestos en el Derecho, pues su padre y madre son abogados, desde muy pequeño se interesó por este tema y aprendió a trabajar de la mano de su padre. Hoy hace política con la misma pasión que alguna vez tuvo por el fútbol o el motocross. Y sabe que con posiciones claras, buenas intenciones y mucha dedicación, se puede trabajar por un mejor país.
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