sábado, 20 de marzo de 2010

Santo Domingo juega las justas de la alegría



Hoy tengo puesta la camiseta de los Juegos. Mientras en el Estadio Atanasio Girardot 50 mil personas se deleitan con el espectáculo inaugural de los Suramericanos, yo comienzo a subir la Línea K del Metro (Metrocable de Santo Domingo) en búsqueda de la pasión por las justas.




Texto y fotos Andrés Felipe Giraldo Cerón
http://costaventura.blogspot.com/

Falta poco para las ocho de la noche. Es 19 de marzo y en mi cabeza continúa la idea que para todo medellinense hoy es un día especial.

Empiezo a ver las primeras casitas, que desde lo alto se aprecia cómo se aglomeran, formando un interminable y hermoso pesebre. Puedo ver las calles, los niños jugando, las luces de colores y el ambiente navideño… En realidad solo se ven “pelaos” y una que otra madre por ahí. Muchas motocicletas suben y bajan. Me doy cuenta que no veo nada extraordinario en la vida diaria de la comuna, el habitual frenesí.

Antes había pasado, subiendo y bajado varias veces por el Metrocable, y siempre me llamó mucho la atención la alegría que transmiten sus ciudadanos que, pequeños como moscas, se mueven inquietos por las empinadas calles. Ese ambiente de la comuna es espectacular. Sin embrago, no veo nada fuera de lo común.

De repente se me derrumban poco a poco mis expectativas… esperaba ver la gente viendo sus televisores desde la calle o los equipos de sonido en el andén a todo volumen con la narración del afamado evento. Por lo menos, a la gente que está en la calle no le interesa saber de ninguna inauguración.

Es una agradable noche de verano. Una temperatura ideal para salir, para disfrutar el viernes. Pero… ¿hay alguien aquí a quién le preocupe la inauguración de las publicitadas justas?

Parecía que a nadie le interesaban los Juegos en esta parte de Medellín. Lo que no sabía era que aquí se estaban jugando otras justas.


Me bajo en la estación Andalucía de la línea K del Metrocable. Debo comprobar con mis propios ojos el fervor de los juegos en la comunidad del cerro nororiental.

No sé como describir lo qué veo. En verdad hay fiesta… hay algarabía, bulla, alegría rebosante que se alimenta de la gran población infantil. Pero… la fiesta no parece tener relación con los Juegos. Decido explorar.

Camino con paso pausado hacia una panadería que queda a una cuadra de la estación. Compro un pastel con bocadillo (por cierto muy económico y sabroso) y le pregunto al tendero por la inauguración de los Juegos.

- ¿Eh… cómo va la inauguración de los juegos?
- (silencio prolongado) Parce… no sé.

En realidad no son sus palabras las que me responden, es su gesto. Con cara de desconcierto me mira y hace esa mueca que todos hacemos cuando nos preguntan algo absurdo o irrelevante. ¿A alguien le interesan los Juegos?

Camino de regreso. Paso por el lado del local que vende chancletas a cuatro mil y me siento al lado de unos niños que juegan con dos perros. Aprovecho la oportunidad para camuflarme, para poder observar sin ser motivo de molestia para el resto y para comerme mi pastel.

En verdad hay una fiesta, pero no tiene que ver con los aplausos que casi 50 mil personas regalan a la función inaugural de los Juegos. Simplemente disfruto del momento, de los perros, de la gente… y me olvido de las justas.

Antes de subir a la estación para emprender mi regreso, me tomo una malta en un local que tiene un pequeño televisor… Me asombro, están transmitiendo la inauguración. Volteo a mirar a mi alrededor y parece que nadie se interesa por la imagen televisada del Presidente de la República aplaudiendo a los grupos artísticos. Le pregunto a este tendero cómo le han parecido los Juegos.

- La verdad, no he visto casi nada… eso me da lo mismo mirar el noticiero que ahí sacan lo más importante.
- Pero, de lo que ha visto, ¿qué tal le ha parecido el espectáculo?
–pregunté.
- Pues para haberse gastado 3 mil millones de pesos, me parece muy malo...

Salgo del local y veo nuevamente la fiesta. Por fin lo entiendo, ¡aquí sí llegaron los juegos! Las justas habitan en la Comuna N° 1, pero no gracias a los Juegos Suramericanos, no gracias a un programado y costoso montaje de infraestructura ni a la compleja logística.

Otros juegos se viven en la comuna, en la población que parece ajena a una ciudad que en ocasiones cree que no existen. Ellos juegan las justas de la alegría todos los días, pero no tienen ¡ni idea! que el viernes 19 de marzo comenzaron oficialmente los Suramericanos.

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