lunes, 29 de marzo de 2010

Los guerreros del rebusque


Mientras miles de personas en la Unidad Deportiva Atanasio Girardot viven un ambiente impregnado de deporte, calor y fiesta, otros realizan maratónicas jornadas de trabajo para buscar el sustento de sus familias.





Por Raquel Yepes S.
bitacora@eafit.edu.co

Gracias a los Juegos, las ventas de Martha Zapata pasaron de un lugar de trabajo incómodo e inseguro a un local que es higiénico y agradable. Ella vende cuanta variedad de mecato se pueda imaginar, pero se destacan las gaseosas y las paletas que, según ella, es lo que más ha vendido.

Dice que a los vendedores más antiguos del estadio la Subsecretaría de Espacio Público de la Alcaldía de Medellín les ofreció un lugar donde pueden trabajar de forma más cómoda y por un precio relativamente bajo.

El proceso de adjudicación se hizo meses atrás por medio de un censo en cual clasificaron a los diferentes vendedores de acuerdo con su capacidad económica y su recorrido como comerciantes.

La categorización se hizo en dos grupos: el tipo A, en el que incluyó a quienes económicamente podían pagar un poco más, y se les cobra un arriendo mensual de $80.000 pesos; y el tipo B, para aquellos vendedores de escasos recursos, quienes pagan una mensualidad de $60.000.

Manuel Córdoba es otro de los beneficiados de poder trabajar en estos lugares que la Alcaldía reservó para ellos. Él trabaja desde hace 22 años en el estadio vendiendo frutas y dice que por estos días lo que más se vende son los salpicones y los mango biches porque “a los deportistas y turistas extranjeros estos productos les parecen más llamativos”.

Para Martha y para él, este mes ha sido uno de los más rentables de sus vidas y, aparte de unas buenas ganancias, también les ha dejado grandes experiencias ya que han tenido la oportunidad de compartir con mucha gente y sobre todo con extranjeros.

Cuentan que la comunicación y el idioma no han sido problema ya que ellos con tal de vender hacen hasta lo imposible por hacerse entender y que algunas veces hasta recurren al lenguaje corporal.

Comida típica, gaseosas, frutas, helados, juguetes, minutos de celular y cojines, entre otro centenar de objetos y servicios, son el arsenal de este ejército que al finalizar su arduo día garantiza su existencia y la de su familia, hasta la próxima batalla.

Infortunadamente no a todos les va tan bien como a Manuel y a Martha. Para Alicia Torres, estos juegos no han sido una gran oportunidad de hacer dinero.

Ella vende juguetes, recuerdos y camisetas de los Juegos y, según cuenta, de 200 souvenires que mandó a hacer solo ha vendido unos pocos.

Considera que éste no ha sido nada especial para ella; es más, cree que en un partido de fútbol profesional vende más de lo que hace en un día repleto de personas en los Juegos.

Martha, Manuel y Alicia no son los únicos. Alrededor del estadio, y sobre todo dentro de él, hay un ejército de rebuscadores a quienes no les importa ni el calor ni el frío con tal de conseguir con qué alimentar a sus familias.

Vendedores y compradores coinciden en que estos nuevos locales que les construyeron han sido una gran opción ya que no tienen que preocuparse por la seguridad pues pueden dejar su mercancía allí con plena tranquilidad porque, así como ellos son todos unos guerreros del rebusque, la Policía y el Ejercito son los guerreros que se encargan de cuidarlos y proporcionarles seguridad.

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