miércoles, 11 de noviembre de 2009

El Pablo Tobón Uribe se acerca a la ciudadanía en el ermitaño siglo XXI

Uno de los escenarios culturales más queridos y tradicionales de Medellín continúa renovándose no sólo por la variedad de espectáculos que ofrece, sino por otras actividades de proyección a la comunidad.

Por Daniel Armirola R.
darmiriol@eafit.edu.co

OPINIÓN. En pleno comienzo del siglo XXI, donde presenciamos la explosión cultural y tecnológica que enarbola la Internet y otras tecnologías de la información y el entretenimiento, cabe plantearse el futuro de espectáculos culturales tradicionales, como es el caso del teatro como centro de esparcimiento y encuentro cultural.

Partiendo desde nuestro espacio, la ciudad de Medellín, no existe un referente igualmente comparable al teatro Pablo Tobón Uribe, piedra angular del espectáculo y el entretenimiento tradicional, ubicado en el centro histórico de la “capital de la montaña”.

Fue diseñado con el propósito de hacerlo un símbolo arquitectónico de una cultura progresista y moderna, que no dejaba por esto de valorar las artes escénicas y musicales que se encarnan tras bambalinas.

Este teatro fue en ese tiempo el espacio donde la vanguardia cultural de la ciudad podía traer y presenciar a los personajes de la actualidad en las artes escénicas o la música, y desde donde Medellín transmitía hacia el exterior su imagen de ciudad amiga del progreso.

Si bien su construcción estuvo marcada bajo el signo de los problemas logísticos, el poco apoyo financiero brindado y la muerte de pioneros en su gestión como un personaje acaudalado y amante de la cultura, Pablo Tobón Uribe, el teatro por fin llegó a ser un monumento fundamental de la cultura progresista de los paisas en aquellos años de segunda mitad de siglo XX.

Cabe preguntarnos ¿cuál es la proyección futura de este teatro patrimonial? y ¿cómo se amoldará al surgimiento de tantas otras formas de espectáculo que han afectado incluso a medios como la televisión y la radio?

Son preguntas que cabe hacerse en el marco de una ciudadanía que se vuelve cada vez más virtual y menos física, que se vuelve ermitaña y poco a poco se va alejando de estos centros de la cultura. Esto si no se hace nada, es decir, ocurriría en el caso de que no se planeara bien la función cultural del teatro Pablo Tobón Uribe.

Pero solo es cuestión de ir y darse cuenta, de estar presente allí, del porqué este centro cultural se ha mantenido tantos años: siempre inventa cómo acercarse a la gente, intenta poner en escena temáticas desde la perspectiva del ciudadano común y corriente de Medellín, pone la cultura a disposición de todos acercándose a la gente, a diferencia de antaño donde parecía ser el patrimonio de unos pocos, al menos a primera vista.

Es que el teatro Pablo Tobón Uribe tiene en su manejo esa parte generosa y admirable del pueblo paisa, su lado amable y solidario, arraigado y en plena sintonía con su cultura.

Sus campañas como “El teatro es una nota”, que acerca a los jóvenes de la ciudad desde el ámbito publicitario, o la pedagógica “Con mi familia vamos al teatro”, unen a este teatro con la gente.

Ellas trascienden el gran diseño arquitectónico de Nel Rodríguez y lo proyecta hasta los barrios, las calles, para comenzar a construir escenarios ganando público aficionado al arte escénico y asegurando el mantenimiento de la buena cultura generada desde los telones.

De éste y solo de este modo, podrá conservarse la cultura alrededor del Pablo Tobón Uribe.


Las imágenes fueron tomadas de la página web del teatro Pablo Tobón Uribe

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