lunes, 26 de octubre de 2009

El soldado que libra su guerra contra el sol y la lluvia

Si no fuera porque sus botas también están pintadas cualquiera juraría que en realidad es un soldado. Toda su piel está maquillada con colores de camuflaje y lleva consigo lo que un militar necesita para proteger al país.

Leonardo Cuellas está casado y tiene dos hijas de 7 y de 10 años. Ellas lo ven como un héroe porque gracias a su trabajo pueden estudiar, alimentarse y tener un hogar.

Por Natalia Gutiérrez Agudelo
Viviana Ospina Medina
bitacora@eafit.edu.co

Mientras que en su mano derecha carga un radioteléfono que en ocasiones utiliza para comunicarse con la “compañía Destroyer”, en la izquierda sostiene unos binoculares verdes con los que observa detenidamente de un lado para otro, arriba y abajo.

Sus hombros cargan un morral y sobre éste una pequeña colchoneta enrollada junto a la bandera de Colombia. Su cintura, para no quedarse atrás, lleva una cantimplora con suero, su único alimento mientras trabaja, de la que cuelga una pequeña linterna que también está pintada con los colores emblemáticos de la seguridad colombiana.

Leonardo Cuellas es alto y delgado. La oscuridad de su maquillaje permite ver la blancura de sus dientes, los cuales pocas veces muestra debido a la seriedad que refleja su personalidad. Y no es la timidez de quien orgullosamente asegura que con su trabajo sostiene a su familia.

Los personajes que interpreta son el popular Chavo del Ocho, el negrito de la salsa y el que actualmente desempeña, el soldado, uno de los que más ha gustado debido a los movimientos que realiza como bajar o subir mientras realiza un peculiar sonido con el pito que lleva en la boca.

"El Chavo del Ocho es popular por jugar con el balero, llorar pipi…pipi y patear cuando está feliz o enojado. Pero el soldado marca mucho a los colombianos, ellos en la realidad han logrado dejar huellas imborrables en nuestro país y yo pretendo dejar huella en los artistas”, afirma.

Estudios de academia
Cuellas tiene como proyecto presentarse al programa Sábados Felices con el fin de ser parte de esta conocida “Liga del humor”. Estudio en la Escuela Proartes, de Cali, donde se preparó con todo: aprendió a expresarse por medio de sus personajes de forma natural. Como dicen por ahí, “se metió en el papel o en el cuento”.

Proartes es una entidad sin ánimo de lucro creada en 1979 con el fin de establecer una imagen significativa a través de presentaciones artísticas como la música, el teatro y la danza.

Leonardo estudió durante dos años arte y cultura, y se especializó en las esculturas vivientes, más conocidas en Medellín como estatuas humanas. Al salir de allí creó un show musical llamado El negrito de la salsa y aunque a sus presentaciones sí asistían las personas, la acogida no fue suficiente.

Por eso viajó a Medellín hace 12 años. “Los paisas valoran mucho más este arte o al menos eso siento yo porque gracias a éste puedo sostener a mi familia”, asevera.

La acogida ha sido tan gratificante que ha participado en las fiestas de la pereza, en Itagüí. Allí trabajó con el “Muñeco bailarín”, un hombre muy bajito que se montaba en una pequeña tarima tan alta que podía tocar la copa de un árbol. Éste hacía tanto esfuerzo en bailar y en mantener el equilibrio que sus venas se brotaron hasta el punto que ni el más fino pantalón de lycra podía ocultarlo.

El hombre tras la pintura
Leonardo Cuellas trabaja de lunes a sábado en jornada continua, de 9 de la mañana a 6 de la tarde. No tiene lugares fijos, puede permanecer una semana en el parque San Antonio y la otra en el parque de Berrío. Cuando le va bien en uno de esos sitios permanece una semana, pero nunca los tres meses que Espacio Público (dependencia de la Alcaldía) les da.

“Por lo general en estos sitios pasa la misma gente, la de los almacenes, la de las oficinas. Y ellos también se cansan, además si me dan una moneda un día, los siguientes no lo van a hacer, sino hasta que vean otros artistas o quizá a otro personaje”, explica.

El proceso de maquillaje es muy simple y no hay que ser un profesional de primera para realizarlo. Cuellas tiene un secreto: “Lo más importante es usar una crema con complejo anti-edad porque el maquillaje, a pesar de ser cremoso, es muy malo para la piel”.

Se maquilla solo, sin ayuda, lo único que sí se debe tener en cuenta, además de su secreto, es que el proceso se realice en un lugar escondido donde el público no tenga ni el más mínimo chance de saber cómo es realmente.

¿Quién es entonces Leonardo? “Soy un hombre muy trabajador, de ahí se deriva el amor hacía mi familia, las ganas de sacarlos adelante. Desde pequeño me he caracterizado por ser independiente, por eso yo mismo busco mi sustento y no lo hago a través del robo. Estar aquí es difícil para quien no ame su trabajo y aunque a veces es duro jamás seré dueño de lo ajeno”.

A pesar de sentir mayor acogida en esta ciudad, no puede ser inmune a las ofensas que recibe por parte de quienes lo ven mal. “Muchas personas creen que este no es un trabajo, creen que pararse aquí es muy fácil. Que uno no se cansa, que no le da hambre. Eso es algo realmente doloroso porque uno no sólo vive del dinero sino del aprecio de quienes valoran mi esfuerzo”, comenta.

Cualquier creería que lo cuenta por hacer más sufrida su historia, pero no; unos minutos más tarde, un hombre parado frente a él le dijo: “Si me hace 100 sentadillas le doy 200 pesos” y en cuestión de segundos se marchó con una fastidiosa risa.

A Leonardo, sin embargo, no le hicieron falta esos 200 pesos que le hubiera echado en su tarro de monedas, puesto que sus ganancias son tan buenas en ocasiones que pueden oscilar entre 50 y 80 mil pesos diarios.

Claro que, al igual que los demás artistas de la calle, depende de qué humor esté San Pedro porque si son días lluviosos el quedarse ahí parado es, como dice Cuellas, “perder el tiempo”, mientras que sí son soleados vale la pena sudar la gota la cual, al final de la tarde, se sabrá si fue amarga o no.

No hay comentarios:

Publicar un comentario