Texto y fotos Andrea Fernández Urrea
afernan9@eafit.edu.co
Camino por la calle hasta llegar a Sailors and Mermaids, un local pequeño diagonal al parque del municipio de Envigado donde entran jóvenes que quieren hacerse un tatuaje para plasmar por siempre lo que tal vez la mente, traicionera, pueda olvidar. El dolor desgarra, aturde, y la piel se resiente, pero el no olvidar puede más que mil agujas rasgando la piel. El viento pega en mi cara y revuelca mi pelo; huele a girasoles y a arco iris.
Entro al local por una puerta corrediza que rueda suavemente y deja salir un fresco ventarrón que proviene del ventilador al final del pasillo. Al fondo suena una canción suave de Kings of Convinience y se escucha el constante repicar de la máquina para tatuar. Huele a clínica, mezcla del dolor y la higiene.
Me recibe una joven que dice llamarse Sara, la sirena del lugar. Tiene pelo corto con unos toques auténticos de rosa. Orejas perforadas con expansiones de ocho milímetros, collares con cachivaches de lugares visitados y uno que otro tatuaje en sus brazos, hacen de ella una persona con estilo único. Me invita a pasar a la sala de tatuajes donde está Félix en medio de una sesión. Con una leve reverencia pido permiso para pasar.
El lugar es genial. Diría que es un pedacito de mundo que se escapó de Hawaii. Flores artificiales de colores puestas encima de un espejo largo, estanterías pintadas de azul cielo para exhibir un universo de piercings y un cómodo sofá de espera hacen del local un espacio acogedor.
Félix me recibe en medio de su “soye”, es decir, de una alegría extrema que interpreto como completo relajo y confianza para preguntar cualquier cosa. Es un hombre largo de ojos azules y pelo negro ondulado que se une con una barba a medio arreglar. Tiene las orejas con expansiones de 12 milímetros y tatuajes hasta la coronilla.
“Nena, mira, en este momento le estoy haciendo un cover a esta pelada que tenía un tatuaje penoso. Pasá tranquila y haceme las preguntas que querás que para eso viniste. Dale, sentate”.
Mientras me pasa un banquito para estar cómoda me explica que un cover es un tatuaje que cubre a otro ya hecho, para arreglarlo.
Su historia
¿Cuándo empezaste a hacer tatuajes?
“Esto siempre me ha gustado muchísimo. Mira, yo empecé a tatuarme hace ocho o nueve años. El día que fui a hacerme el primer tatuaje con Julio, le compré la máquina de tatuar y ese mismo día hice mi primer tatuaje. Empecé a experimentar con el color y la línea tatuando en piel de cerdo que conseguía en cualquier carnicería o tatuando a mis amigos”.
¿Quién te ha tatuado?
“A mí me ha tatuado Julio que es un amigo de Bogotá y a ese fue al que le compré la máquina; César Figueroa que está en San Diego (la zona del centro comercial) y es un bacán, de él aprendí mucho cuando iba a verlo en mis ratos libres; Pipo, otro amigo que tatúa en el centro de Medellín, fue el último que me tatuó y me hizo un retrato de mi gata, Cumbia. Básicamente esos tres, ah y también me ha tatuado Sara, mi novia”.
Sin reparo se quita la camisa para mostrarme mejor sus tatuajes y enseñarme la obra de cada amigo. Mirar el cuerpo de Félix es ver sus pensamientos, sus gustos e ideología. De su brazo derecho alcanzo a reconocer un girasol y una telaraña que cubre todo su hombro. Son tantos recuerdos armando un mismo tatuaje que cada que miro para definir qué son me parece ver algo distinto. Unas veces veo mares, otras arterias trazadas, y si miro de nuevo veo mecanismos robóticos; mejor espero su explicación.
“Mira, este bracito y este pechito son de César, no le digas a mi novia que se pone arisca (risas), y las piernas también son de César y Julio. Este gato es el que me hizo Pipo hace días, estoy estrenando. Algunas cosas por ahí regadas en mi brazo izquierdo y mis piernas son resultado de mi aprendizaje y de mi novia.
Y es que Félix no es el único que con tranquilidad dice que alguna de sus extremidades pertenece a otro. Es normal que alguien entre al local y “le regale” un brazo a Félix para que lo tatúe como quiera, y si es un cliente más osado le puede dar hasta la espalda. Es un honor saber que una persona quiere plasmar gustos ajenos en su cuerpo.
¿Por lo que veo aprendiste sólo la mayor parte de lo que sabes ahora?
“Sí, he aprendido muchísimo sólo. Es que eso de que la práctica hace el experto es verdad. A vos te enseñan las bases de color, línea, manejo de la máquina, los pedales y demás en una sentada, pero el estilo y todo lo otro lo coge uno es con pura práctica. Es muy bacano ese cuento de ser autodidacta, de alguna manera porque te sentís más superado cuando ves lo que lográs vos solo”.
Después de tanto experimentar, ¿cuál dirías que es tu estilo?
“Voy a cambiar la pregunta. Más bien, qué es lo que a mi más me gusta hacer, porque cuando vos sos el tatuador tenés que atenerte a lo que el cliente quiera, vos no podés decidir por ellos. Yo diría que mi estilo es el realismo, una rama del tattoo, y me gusta también el estilo que se deriva de todo lo biomecánico o lo relacionado a la biogenética”.
Se emociona con sólo mencionar la palabra biomecánica y en lo que pareciera un delirio comienza a hablar de H.R. Giger, el creador del arte biomecánico. Mientras de su boca escurren oraciones, vuelvo a mirar su brazo. Ahora comprendo qué es lo que envuelve su piel: una representación del arte biomecánico de Giger. Su brazo ahora está inmerso en el mundo de las máquinas y la tecnología.
Se disculpa de su cita para buscar un libro de la Taschen dedicado a Giger: “Mira este libro, es buenísimo, mi estilo está completamente explicado en este libro y en la película Alien”. En primera instancia ojeo el libro pasando rápidamente las hojas. Esbozos de extremidades, cuerpos inertes, robots, fetos y retratos, entre otros, de los que, diría yo, todos hechos por un esquizofrénico.
Basta con leer el tercer párrafo de la introducción para comprender la visión de este artista: “En el curso del siglo XXI, los inventos tecnológicos modernos se han convertido en extensiones de nuestros músculos, nuestro sistema nervioso, nuestros ojos y orejas, inclusive de nuestro sistema reproductivo, de manera tal que los límites entre la biología y las máquinas ha desaparecido”.
Mientras le hago preguntas y hablamos, la nena a la que le están haciendo el tatuaje pide un descanso para tomar agua y mirar cómo está quedando su espalda. “Uy, claro, vení te limpio para que te mirés en el espejo. Qué pena mujer, es que me entretengo hablando y si no decís nada ahí te dejo sufriendo”.
Félix le limpia el tatuaje con un papel Scott bañado en jabón y agua. Tiene que usar varios porque entre la tinta y la sangre que bota la piel no logra quedar limpia con una sola pasada. Aprovecha para levantarse él también y me dejan sola en la sala de tatuar.
Me doy cuenta que el lugar no es muy grande, apenas si lo necesario: Félix, una silla para tatuar, la estantería de tintas de todos los colores del espectro lumínico y yo. No pueden perder mucho tiempo, entonces el descanso es mínimo y no ha pasado un minuto cuando entran de nuevo.
“Pues eso depende de lo que tenga que hacer. Hay tatuajes que se hacen en dos horitas nada más, por ejemplo un nombre, unas letras, algunos tribales pequeños, etc. Pero hay otros tatuajes que se pueden demorar varias sesiones. Claro que eso también depende de lo que aguante el cliente porque hay unos que se mueren del dolor y me toca parar mientras que otros son tan descarados que se duermen y el que se cansa es uno porque ya no siente la nalga (risas)”.
¿Entonces cuánto se tarda un tatuaje que cubra toda una extremidad, por ejemplo?
“Mira, un tatuaje muy grande, por ejemplo de toda la espalda o toda la pierna y a todo color se puede tomar tres o cuatro sesiones de cuatro o cinco horas cada una. Este que estoy haciendo acá lleva una sesión de dos horas y nos falta otra sesión para arreglar el color y echar el blanco. En la primera sesión de este cover se hizo la línea y en la de hoy le estoy echando el color de relleno. Eso depende de muchas cosas”.
A mi juicio, la mayoría de las personas se hacen tatuajes que signifiquen algo en su vida y de mucho valor sentimental. ¿Estoy en lo cierto?
“Te voy a ser sincero: cuando te hacés un tatuaje, tratás de que tenga mucho significado como para contrarrestar ese miedo de que es para siempre. Pero después ya simplemente te hacés tatuajes porque si y porque no. Yo creo que a la gente al principio le da miedo hacerse algo que no sea significativo porque creen que de lo contrario les va a dejar de gustar. Me pasa mucho que vienen personas que se quieren tatuar pero no saben qué, entonces me toca ser medio psicólogo para sacarle los gustos y deducir cómo quieren el tatuaje”.
Una pequeña confesión
¿Tus tatuajes tienen un valor sentimental?
“Todos significan algo, así sea lo más mínimo. Lo que más me gusta de los tatuajes es eso mismo, el significado que llevan consigo. Yo tengo muchos tatuajes con significado y me encanta cada que los miro. Por ejemplo, este en la muñeca me lo hizo mi novia y yo le hice uno a ella, el mío dice love free (amor gratuito) y el de ella true love (amor verdadero). También tengo el retrato de ella en mi pecho y no me ha dejado de fascinar. Los tatuajes con valor sentimental los miro más, los otros son bacanos y también significan algo, pero hay veces ni me acuerdo que están.
“Mi novia, claro que tiene tatuajes. Bueno, claro no, porque si no le gustaran allá ella, pero después de tres años viviendo con este loco imagínate cuantos domingos hemos estado sin hacer nada… Resultado: tatuemos a la novia. Ella no tiene tantos como yo, pero va por un buen camino (risas). Además, le estoy enseñando a tatuar y va muy bien. Me da risa porque muchas veces la encuentro haciéndose tatuajes a ella misma y me parece muy tierna porque después me toca arreglárselos, pero ahí va. Después la entrevistas a ella…”
Son las seis de la tarde. Ha pasado ya una hora de estar conversando con Félix y la sesión del cover se da por terminada. La nena no puede más con el dolor. El repicar de la máquina para y ahora sólo se oye cómo a lo lejos suenan los Artic Monkeys, everything´s in order in a Black hole, nothing seems as pretty as the past though. Me despido. Salgo a la calle. La tarde arropa una ciudad de sombras alargadas que huele a día gastado.
Publicado también en http://espanol.upiu.com/
FELICITACIONESS¡¡¡¡¡ GENTE DE EAFIT , INCREIBLE PUBLICACION,, ME GUSTO MUCHO LA FORMA EN QUE FUE NARRADA LA HISTORIA .. FELIX QUE ESTILO PARA TATUAR, EXCELENTE TATUADOR VIEJO.. HASTA PRONTO , SALUDOS
ResponderEliminarese es el tatuajeee d una amigaa miaa!!!!y no es un coverr!! WTF??
ResponderEliminarJAJAJAA....TOMA TU ''5.0''....MUY CHEVERE LA FORMA EN Q LO ENVUELVE ''EL CUENTO'' A UNO Y LO DEJA HAI...SENTADO LEYENDO HASTA EL FINAL...FELICITACIONES A LA ESCRITORA (ANDREA F.)Y DE PASO A FELIX Y SU FAMILIA S & M...TODO UN CALIDOSO Y UN PLACER CONOCERLO EN PERSONA...Q SIGAS HACIENDO ''MUCHAS OBRAS MAS''.....
ResponderEliminarMuchas gracias por los comentarios! Que bueno que les gusto!
ResponderEliminarAnonimo: disculpas enormes por el pie de página al tatuaje de tu amiga, acabo de caer en la cuenta con tu comentario que ese no era el correcto pie de página para esa foto. Muchas disculpas, lo arreglare. Gracias por tu anotación, es muy valiosa para mi.
Andrea