martes, 26 de octubre de 2010

Niños "índigo": ¿una generación con una nueva sensibilidad?

Se trata de “seres inconformes con lo que los adultos han hecho con el mundo”. Para la corriente de la Nueva Era, hacen parte de una generación diferente a las anteriores: más sensible, democrática, menos autoritaria y manipuladora. Este reportaje, que se publicará en varias entregas, explica quiénes son y cuál es el estilo de vida de los “índigo” en Medellín.




Por Daniela Ardila Toro, María Clara Jaramillo Muñoz y Ana María Jaramillo Vallejo
mjaram29@eafit.edu.co

Los estudiosos del tema dicen que estos chicos vienen a hacer un cambio en los valores, la educación, la familia y la sociedad en general, independiente de las fronteras y las clases sociales.

Comenzaron a nacer en los años 80 y para la década de 1990 ya era una cifra más notable. Esto, aseguran ellos, creó conmoción en la educación, en las familias, en la sociedad y hasta en la Iglesia, pues fue como si hubiesen llegado un montón de loquillos traviesos, cuestionadores, espontáneos, veraces e irreverentes a imponer el desorden en la comodidad y la inercia en las que se hallaban la educación y los hogares.

La siquiatría los ha considerado niños con enfermedades o disfunciones como hiperactividad, déficit de atención y problemas de comportamiento, tres clases de conducta que frecuentemente están mezcladas y que, dice, es necesario controlar con medicamentos.

Ya hay una abundantes literatura sobre el tema.
La Nueva Era es la que los llama “niños índigo”, haciendo alusión a que traen un nuevo color en su aura, el índigo, y plantea que vienen con tres características según su misión: los constructores, los humanistas y los investigadores. Y dice que, independiente de su misión particular, todos tienen la tarea de cambiar estructuras en la educación y en la familia.

La “ciencia espiritual” o antroposofía los llama “niños estelares”, que cobija no sólo a los “índigo”, que llegaron primero, sino también a los “cristal” que son los que están apareciendo ahora.

Quienes defienden estos conceptos piensan que, pese a que los “niños índigo” llegaron para generar cierto caos y cambios en las estructuras de control y en la educación, vienen también a hacer que el Hombre recupere “el ritmo armonioso del Universo” y que eso solo lo consiguen cuando todo a su alrededor está íntimamente relacionado con “el ritmo de la energía universal”.

También aseguran que, al nacer, están por encima del bien y del mal, pero es a partir de lo que su entorno le proporciona que van moldeando y tomando lo que se les ofrece en términos de nutrición y herencia.

El papel de los adultos está, según esa teoría, en permitirles encajar dentro de ese ritmo para que los niños estén sanos, sean autónomos, armoniosos y felices, con confianza y estabilidad emocional. Para ello se debe mediar para que el infante se acople a los horarios de rutinas de alimentación, de sueño, de aseo, recreación y juego.
 
Argumentan además que un niño que haya crecido en un “ambiente rítmico”, rodeado de reconocimiento y amor, logrará ser un adulto armonioso que podrá irradiar a los demás seguridad y paz.

A los adultos les atribuyen, en la búsqueda constante de ayuda para estos seres, encontrar un alivio para sí mismo.

Por ello aseguran que las terapias tradicionales no tienen tantos logros como las terapias holísticas, bioenergéticas, y/o espirituales.

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