miércoles, 21 de julio de 2010

Para qué quiero piernas, si puedo volar

Kelly García controla el manejo de sustancias químicas y bioseguridad en el hospital Pablo Tobón Uribe.


A lo lejos se ve venir una gran sonrisa que le roba, sin remedio, el resplandor a aquellas ruedas de metal al rodar frente a la luz tenue del sol. Su silla de ruedas, compañera imparable, es la cómplice de Kelly García en su diario vivir, en su frecuente transitar por las calles de su vida, a veces empedradas, otras veces revestidas.

Texto y fotos Damary Gómez
lgomez2@eafit.edu.co

La vida de esta chica ha transcurrido como la de cualquier otra persona, con muchos momentos felices, pero también con dificultades y duros cambios. Uno de ellos fue cuando tenía 7 años, cuando por equivocación una joven que la acompañaba hasta la escuela la empujo hacia la calle, una de tantas aquellas en la Comuna 13 que pareciese se dirigieran al mismísimo centro de la Tierra por su grado de inclinación.

Como una inoportuna jugarreta del destino, apareció un bus que la atropelló causándole serios daños en su frágil cuerpo.

La consecuencia: trauma raquimedular T10- T8 que la ha mantenido en una silla de ruedas por 16 años. Para ella, su limitación física no ha sido excusa para dimitir ante sus sueños.

“Soy una persona sencilla, amable, fuerte, sensible y leal. Me gusta la transparencia y la sinceridad de las personas, me encanta hacer amigos, compartir mis mejores momentos con ellos y con mi familia. Vivo por el amor que Dios, mi familia y mis amigos me han brindado y gracias a eso vivo feliz. Soy sumamente soñadora y contradictoriamente realista. Mis mayores defectos, el miedo a no ser capaz, a defraudar a las personas que han puesto su fe y admiración en mí, el miedo a desfallecer”.

Así se describe Kelly, una joven de 23 años a punto de graduarse como ingeniera de Procesos de la Universidad EAFIT, quien trabaja en el hospital Pablo Tobón Uribe como auxiliar del departamento de Salud Ocupacional.

Vive en el barrio Robledo Pajarito, nombre cómico que me recuerda con exactitud el buen humor puntiagudo y la comicidad que caracteriza su diálogo. Es allá donde decidimos continuar la conversación, al calor de su hogar.

¿Cómo afrontó usted ese cambio tan abrupto en su vida y tan difícil de entender para una niña?
Gracias a Dios, a mi familia y amigos el trauma no fue tan duro, afrontarlo fue más fácil de lo que todo el mundo pensó. Lo acepté tan de buena manera que hasta la misma reacción ante tal situación los dejo seriamente preocupados por un tiempo. Me llevaron a un psicólogo donde se comprobó que no tenía ningún daño emocional, ni cerebral (risas) Así que simplemente he tomado las cosa como Dios quiera que sean, Él es mi conductor, yo solo una herramienta para su obra.

Ella pasa gran parte de su tiempo en los laboratorios de la Universidad EAFIT desarrollando sus proyectos.


¿Usted cómo percibía de niña su futuro? ¿La condicionó de cierta manera la silla de ruedas?
“La verdad de pequeña soñaba con ser doctora, pero con el tiempo fue más mi miedo a la sangre que realmente mi condición la que me alejó de ese sueño, ¡digamos que me despertó! Luego en el colegio pensaba ser psicóloga, cosa que no se dio dado que no pase a la Universidad de Antioquia, así que mi otra opción era ingeniería química”.

“Esta fue la que, digamos, prevaleció y aunque lo que estudio no es precisamente ingeniería química, la ingeniería de procesos para mí ha sido mi reto y mi vida porque si soy sincera, de las tres opciones la segunda que me daba más miedo era la de ingeniería y ahí mi miedo sí tenia mucho que ver con mi condición actual”.

“Me daba miedo imaginarme en una gran industria, rodeada de equipos, tuberías, maquinarias y no ser capaz. Gracias a Dios, quien como digo sabe hacer muy bien sus cosas, hoy soy ‘cuasi’ ingeniera y curiosamente laboro en el sector salud”.

“Paradójicamente es como si mi sueño de ser médica, más mi sueño de ser ingeniera, se hubieran fusionado un poco y aunque no tengo las herramientas para salvar la vida de una persona de manera directa, trabajo para prevenir y disminuir los riesgos de aquellas que sí lo hacen por mí”.

Es una joven siempre alegre, que se destaca entre su grupo de amigos por estar siempre dispuesta a ayudar a otros.

Para esta joven la vida es un regalo lleno de sorpresas que simplemente hay que saberlo llevar, disfrutar y aceptar que a veces las sorpresas “no son tan buenas”.

Pero no sólo ella considera que su vida es un milagro. Para su familia, su casi inquebrantable fortaleza y seguridad ha sido un factor decisivo para afrontar las vicisitudes de la vida.

“Mi vida familiar ha sido muy buena, la relación y apoyo de la familia siempre ha sido maravillosa, creo que a todos les demostré que valía la pena vivir aunque no fuera en las mismas condiciones de ellos. Lo digo porque obviamente el accidente, la aceptación de lo que conlleva un trauma raquimedular fue más duro para ellos que para mí misma”.

“Para algunos de ellos mi vida sería de sufrimientos y era mejor que Diosito se hubiera acordado de una vez de mí, pero resulta que Diosito obviamente se acordó y me dio mucha fortaleza y tranquilidad”.

Cuando su padre murió hace 4 años fue como si el destino decidiera hacerse notar nuevamente con su implacable temperamento y reiteradamente desgarrara el alma de esta familia al morir en una situación confusa, irónicamente, atropellado por un auto.

¿En su vida familiar, cómo ha sido la ausencia de su padre?
“Ha sido una de esas fuertes tormentas que le ha tocado pasar a mi alma para hacerse más fuerte. Fue una situación muy dura, una pérdida grandísima que no llegas a suplirla con nada ni nadie”.

"Mi padre nunca me dejó sola y aunque a veces mis decisiones de estudiar, de salir, de muchas cosas, le causaban inmensamente miedo, miedo a que sufriera o a que me pasara algo, él siempre me apoyó, siempre estuvo ahí pendiente de mí en todo momento, era papá y mamá, así que obviamente tenía dos mamás”.

“Él era quien me acompañaba a citas médicas, a reuniones y demás, dado que mi mamá siempre fue muy temerosa para movilizarse conmigo, por ejemplo en el centro o en lugares públicos. Así que para mí fue una situación demasiado dura, pero que ha permitido que yo sea más fuerte, más independiente, más decidida”.

¿Se ha sentido inmóvil o estancada en la vida?
“Con las dificultades trato de no renegar, es decir, es más fácil para mí pensar que algo tengo que aprender, por algo será y obviamente mi confianza en que Dios no me desampara es lo que realmente me ayuda a continuar”.

“Estancada o inmóvil creo que me he sentido pocas veces con respecto a mi condición física, puesto que creo que cuando uno tiene una discapacidad, que para la mayoría de la gente es evidente, para uno es tan normal que no es realmente una discapacidad, es decir, trato de no pensar ‘no pude hacer esto porque no me puedo parar o porque no puedo caminar o correr’, el mal trabajador le echa la culpa a la herramienta, dicen por ahí”.

“Por eso es que creo que no debo echarle la culpa a lo que me pasó, si no soy capaz es realmente por otras cosas. Aunque no recuerdo en qué ocasiones lo he hecho, estoy segura que todavía se pueden contar en los dedos de una mano”.

Sobreponerse a las dificultades
Como reza un antiguo refrán “no hay viento favorable para el que no sabe a dónde va” y para Kelly estuvo muy claro siempre lo que quería.

Hoy más que nunca se da cuenta que la discapacidad física no ha condicionado su vida y que tal vez su existencia hubiese sido más difícil si no hubiera estado en esa silla de ruedas, puesto que la situación social del lugar donde solía vivir antes del accidente conllevó a que la mayoría de sus amigas hoy sean madres solteras y otras, no con mejor suerte, ya no estén.

De igual forma, piensa que Dios la sacó de ese lugar junto con su familia. Ellos se tuvieron que mudar porque las condiciones de movilidad impedían que fuera al colegio y así su padre construyó una casa en el barrio en el que ha visto crecer a sus hermanos en un ambiente sano y tranquilo.

¿Cree que la sociedad la ha discriminado por ser discapacitada? ¿Se ha sentido ofendida con el término "discapacitada"?
“No creo que me hayan discriminado, es mas, a veces no me gusta que yo pase por encima de otro simplemente por que soy discapacitada. Trato de hacer las filas o no poner eso de excusa para recibir más beneficios que otros”.

“A mí, la palabra ‘discapacitada’ realmente no me molesta, aunque igual siempre pienso que discapacitada significa que le falta alguna capacidad ¡y capacidad es lo que nos sobra!”.

3 comentarios:

  1. Conozco a Kelly y sé que es así como ella lo menciona, de hecho es demasiado Humilde por que en la Universidad estudió con una beca que se llama Mejores bachilleres en el ICFES, otorgada por el Municipio de Medellín a los 96 estudiantes con mejores pruebas a nivel del Municipio....de verdad la admiro y me alegra que el hospital pablo tobón haya contratado esta gran persona.

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  2. Una gran historia de vida que nos deja mucho qué pensar. Tiene mucha razón Kelly, capacidades es lo que les sobra. Los verdaderos discapacitados somos los que teniendo todas las capacidades no las sabemos aprovechar. Adelante Kelly.

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  3. Bien redactado...siempre quise hacerle un reportaje a kelly... Ejemplo a seguir... Felicitaciones a la autora del perfil.

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