sábado, 13 de marzo de 2010

Yo le doy apoyo a tu campaña y… ¿tú qué me das?


No siempre los políticos buscan dinero por su cuenta para financiar sus campañas; también hay ciudadanos que se acercan a ellos de manera voluntaria para darles dinero o colaborar personalmente. Pero, ¿a cambio de qué y a qué precio?


Por Revista Bitácora
Con información de Mary Luz Gallego

mgalle12@eafit.edu.co

“Si no me cumplen, me les tuerzo”. Esta fue una de las frases que pronunció Alonso, un hombre alto, de contextura gruesa, piel blanca y propietario de un bar gay de la ciudad de Medellín, en un diálogo que tuvo con funcionarios de la campaña de Carlos Arturo Piedrahíta, candidato a la Cámara por Antioquia.

“Es que esto es una cadena –continuó Alonso–, usted me sirve, yo les sirvo. Es que necesito que me colaboren para que nos den la licencia”. Él estaba allí para ofrecer su ayuda al dirigente político con la condición de que le ayudara a obtener un permiso que le permitiera trabajar las 24 horas.

Su establecimiento sólo tiene autorización para trabajar desde la 1 a.m. hasta las 6 a.m., caso contrario a lo que pasa con otros del lugar (no mencionó la zona exacta) que tienen permiso para laborar día y noche.

La persona de la campaña que lo escuchaba, simplemente asentía con la cabeza y no concretó nada con este ciudadano.

La conversación tuvo lugar en la tarde del viernes 26 de febrero en la sede principal de la campaña política de Piedrahíta, ubicada en la calle 53 número 43-35 (Maracaibo con Girardot), en el centro de Medellín. Allí funcionan las oficinas del movimiento Convergencia Liberal, adscrito al Partido Liberal.

En el primer piso de la sede se encuentra un espacio amplio donde están ubicadas tres oficinas y la entrada a un auditorio que es utilizado para conferencias y reuniones políticas. Hay además un pequeño puente que cruza un lago diminuto que pretende ofrecer serenidad a este espacio del inmueble que por estos días de campaña tiene mucho movimiento.

En el segundo piso está ubicada la oficina del actual representante a la Cámara y candidato a repetir curul, Carlos Arturo Piedrahíta, quien en ese momento no estaba en la sede.

“Estamos para ayudarnos… La política es por muchos años…”, siguió hablando Alonso. El propietario del bar utilizaba frases con las que pretendía argumentar la viabilidad de su propuesta exponiendo que es la mejor opción para ayudar al financiamiento de la campaña política de Piedrahíta.

Palabras más, palabras menos, Alonso pedía que el dirigente político le ayudara a tramitar un permiso para que el fin de semana de las elecciones pudiera abrir su bar y realizar una “rumba zanahoria”, ya que no se puede vender licor por cuanto está vigente la llamada “ley seca”.

Según dijo, su discoteca recibe en las noches de fines de semana hasta 400 personas.

De paso, le ofrecía a la campaña hacerle publicidad al candidato y tener unos carros para mover votantes: “Se contratan dos buses. El domingo de las elecciones sacamos la gente del bar a las 8 a.m. y las llevamos a los puntos de votación. Este puede ser mi aporte…”.

“Ah, listo, estamos hablando…”, le dijo la empleada de la campaña a Alonso, quien minutos después se fue sin que lograra concretar nada.

El problema del dinero
La financiación de las campañas políticas es uno de los problemas que más se ha mencionado en el actual proceso electoral y es considerado por expertos como uno de los principales factores que pueden llevar a la corrupción de las actividades políticas.

Las donaciones que se ofrecen a las campañas a cambio de algún apoyo de los dirigentes políticos pueden ser de poca cuantía, como en el caso anterior, pero también se habla de apoyos económicos altos en otras campañas, según lo ha denunciado en Antioquia la Misión de Observación Electoral.

No todos los apoyos son ilegales ni provienen de actividades ilícitas. Lo que sí hay, y nadie lo puede negar, es que siempre habrá un interés de por medio entre políticos y aportantes a las campañas. Porque el dinero no se ofrece a cambio de nada.

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