viernes, 19 de marzo de 2010

“Somos todos los que corremos con la Llama Suramericana”



Entre gritos, silbidos, globos y bailes, las Comuna 10 recibió la antorcha suramericana, horas antes de la inauguración de los Juegos Suramericanos. En su recorrido por Medellín fueron escogidos personajes significativos en el ámbito del deporte de cada barrio por donde pasó, quienes con orgullo y alegría cargaron por algunas cuadras el símbolo ardiente de las justas.


Textos y fotos Sara Katterine Mena Arriaga
smenaar@eafit.edu.co

El jueves 18 de marzo, a las 10:20 de la mañana, la Llama Suramericana comenzó su recorrido desde la Comuna 10 de Medellín, para pasar el fuego a los deportistas de la Comuna 8. Las calles estaban llenas de espectadores que no sabían qué pasaba y de estudiantes que esperaban con anhelo que cruzara por donde ellos se encontraban para poder seguirla.


Gran cantidad de personas, en especial estudiantes, esperaron con felicidad la llegada de la Llama Suramericana al parque del barrio Boston.

Al subir por la calle Argentina, en el Centro de la ciudad, una señora de unos 60 años, en tacones y de cabello morado, quien se encontraba parada en una esquina, miraba anonadada a la gente que encontraba a lado y lado de la vía. Al no saber qué pasaba, preguntó un poco nerviosa: “¿Qué es lo que está pasando, es una protesta o qué?”

Un vecino de puesto le contestó que no era nada de eso, que no se asustara: “¡Es la Llama de los Suramericanos que está recorriendo todo Medellín para que todos la podamos ver!”.

“¡Ahhhh…”, respondió la señora. Al entender y perder el miedo, la mujer comenzó a mover su bolso como en señal de admiración por el fuego deportivo y decidió seguirlo calle arriba por un buen rato.

En el parque del barrio Boston, la llama hizo su arribo y se quedó por un rato, pero en esta ocasión no era la que se robaba la atención. En una panadería de una esquina solo se escuchaban gritos y aplausos, pues varios niños pasaban contentos y mostraban algo que llevaban apuntado en su cuaderno con orgullo.

- ¿Qué es lo que tenés ahí? –pregunto un pequeño a otro.
- Parce, el autógrafo de unos cantantes de reggaetón… –fue la respuesta.
- Ah, ¿y quiénes son? –dijo el que preguntó al principio para ver si iba por su autógrafo.
- Yo no sé, pero son dizque amigos de J. Balbín y uno es Arcángel –contestó el niño sonriendo y sin saber realmente de quiénes estaba hablando.

Cientos de personas de todas las clases y condiciones sociales vieron el recorrido de la Llama Suramericana por las calles de Medellín, desde dos semanas antes del inicio de los Juegos.

Mientras a un lado del parque estaban pendientes de los cantantes, al otro la llama era homenajeada y mostrada con orgullo por varios deportistas que allí se encontraban.

Varias personas de escasos recursos que también gozaban de la celebración realizaron el símbolo que representa a los Juegos Suramericanos: cada uno tenía una bandera en cartulina de cada país que vino a la ciudad. En toda oportunidad que se les presentaba hicieron una porra a los Suramericanos y a la llama que en ese momento los estaba acompañando. Muy orgullosos y entusiastas, cantaron y cantaron hasta que al final alguien llegó a entrevistarlos.

Falda arriba, hacia los morros del oriente
El recorrido siguió y la llama llegó al Parque Biblioteca La Ladera, como se conoce comúnmente al Parque León de Greiff. Allí esperaban el fuego con mucha euforia y con presentaciones culturales para todos los que allí se encontraban.

El deportista Estiven García, de tan solo 18 años, fue quien la recibió de manera oficial en ese popular sector de la Comuna 8. El joven, al participar y representar a Colombia internacionalmente en rugby, dice con satisfacción que gracias a su desempeño, que fue reconocido por su profesor, se hizo merecedor de llevar la llama y que para él es un orgullo hacerlo.

Al terminar el evento en la biblioteca, la llama comenzó a ser llevada hacia el barrio Villa Hermosa, donde culminaría de esta forma su recorrido por esa comuna del oriente de Medellín. En ese lugar eran varios los jóvenes de colegio que esperaban ver la llama deportiva pasar por su barrio, pero esta vez no se demoró ni cinco minutos en el recorrido por el parque.

Rubén Darío Yepes, habitante de Villa Hermosa, dice con alegría que fue de gran satisfacción para él el paso del fuego suramericano: “Que pase la llama por mi barrio me llena de total orgullo y alegría, ya que nunca pensé que una cosa tan importante como lo es la llama pasara y diera la vuelta por el parque, por este lugar en el que he caminado por más de 23 años”.

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