lunes, 22 de marzo de 2010

Hasta el público se colgó la de oro


¡Que entro, entro! Eso me decía para darme ánimo. Sin embargo, la realidad asustaba un poco. Largas y aburridas filas de personas se acumulaban detrás de las numerosas puertas esperando que alguien abandonara uno de los coliseos para entrar en su remplazo.




Reportaje gráfico de Andrés Felipe Giraldo Cerón
agiral47@eafit.edu.co

Luego de esperar 45 minutos en la fila para la boleta, y cerca de dos horas para la competencia, pude deleitarme con la magnífica velada que ofreció el equipo colombiano de ciclismo en pista. Era el último día de competencias en esta modalidad, deporte que le dejó a Colombia 16 medallas de oro, habiendo perdido solo dos preseas con Chile y Ecuador.

El domingo 21 de marzo fue otro día dorado, un día en el que el público se emocionó, gritó, vivió los juegos con un deporte que despierta tantas pasiones entre los nacionales como lo es el ciclismo.

Las tribunas iban a reventar por el flujo de aficionados y por la energía dispensada a sus connacionales. El escenario era el de siempre, el velódromo Martín “Cochise” Rodríguez.

El resumen de la jornada concluyó con una Colombia arrasadora, ganadora indiscutible del ciclismo de pista, y que el domingo coronó a Diana García en los 500 metros y con un nuevo record suramericano; a Leonardo Narváez en el Keirin, y a Carlos Urán en el Ómnium, algo así como el pentatlón ciclístico.

Tomas y más tomas, de un periodista sin acreditación, fotografías desde la tribuna, donde se vivió la verdadera fiesta, gracias a los logros que aquellos jinetes del viento lograron el pasado domingo. El apoyo del público fue incondicional, efusivo, orgulloso de ser colombiano.

Al menos la mitad de los aficionados que hicieron la fila para entrar al velódromo se quedaron por fuera. La multitud se agolpó debido a que la entrada a todos los escenarios deportivos es gratuita.

Centenares de personas se agolparon hasta las 9 de la noche en las afueras del velódromo, esperando ver algo del espectáculo desde la calle.


Antes de las 4 p.m. la mayoría de aficionados había entrado al velódromo, esperando el evento de las 6 p.m.

El público se portó de maravilla y no dejó escapar ocasión para aplaudir o agitar la bandera al paso de un atleta colombiano.

El equipo argentino fue el primero en llegar al óvalo de cemento, encabezado por Sebastián Cancio.

Cancio calentando detrás de su entrenador en la moto.


Al velódromo no le cabía un alma más. La gran afluencia de público se hizo sentir en el apoyo a los nacionales.

La mascota de los Juegos Suramericanos, Llín, se encargó de animar aún más al público que siempre estuvo presto a realizar la afamada “ola”.


Carlos Urán, de Colombia, a punto de salir en la última prueba del Ómnium.


El reloj rozaba las 9 de la noche y el público, persistente a quedarse, aguardó hasta la última prueba: la Americana.

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