miércoles, 11 de noviembre de 2009

La risa tiene nombre propio: “Crisanto remedio”

Sus chistes, risas y espectáculos han hecho que el público goce momentos agradables y divertidos. En escena interpreta a personajes famosos del país y con sus comedias ha dejado huella en muchos países. Con ustedes: ¡Vargasvil…!

Por Luisa Fernanda Obando Botero
lobandob@eafit.edu.co

Humilde como todo campesino, de familia numerosa (28 hermanos), formado por sus padres Emilio Vargas y Blanca Ramírez, Crisanto Alonso Vargas, más conocido por su nombre artístico “Vargasvil”, nació en El Santuario, Antioquia, el 24 de mayo de 1963.

De joven no se veía atraído por el teatro cómico. La principal causa es que, “era una persona tímida y seria”, según dice, personalidad que nunca lo llevó a imaginar el futuro que le esperaba como artista.

Su padre, conocido en el pueblo como “el Boquisabroso”, era un tipo andariego que iba de pueblo en pueblo componiendo versos para enamorar a todas las mujeres.

En su hombro cargaba una culebra para hacer de “Culebrero” e inventaba pócimas para los males del cuerpo, el alma y el corazón. Su padre, quien falleció, fue un hombre conocido y respetado en todas las veredas por su ingenio y creatividad a la hora de hacer reír a la gente.

Crisanto heredó el talento de su padre: “Empecé en mi pueblo a hacer fonomímicas, a trovar; me gané el concurso del los mentirosos, compuse música parrandera…”.

Nunca la situación económica en su familia fue un impedimento para que explotara y sacara adelante su don artístico. Con su ingenio y dedicación lograba reunir todos los fines de semana a un grupo de campesinos con los que compartía su espectáculo. Un reto que comenzó a impulsarlo, a prepararlo y a formarlo.

Toda la experiencia que lleva en su carrera ha sido gracias a su forma de ver la vida, de experimentar, gozar y sufrir, situaciones que en algún momento han sido claves para enriquecer a sus personajes.

Crisanto afirma que no fue a ninguna escuela a que lo prepararan para ser actor. Y respecto a su timidez señala que nunca fue donde un sicólogo a que se la quitara.

Unas de sus obras “Crisanto remedio”, cuenta cómo de sus 28 hermanos él era el más tímido de la familia, todos eran “botacorrientes y mamagallistas” pero, eso sí, a todos les daba pánico pararse frente a un escenario a la hora de actuar.

Su mayor felicidad
Sus personajes más famosos se dieron a conocer en Recorcholis, un programa de televisión que, como lo dice Crisanto, “en producción era muy humilde y muy pobre”.

A pesar de todo los tropiezos en su desarrollo, se convirtió en el espacio número uno de la televisión regional, donde, con un rating que ningún programa había llegado a tener.

Con risas, Crisanto recuerda que “en ese programa fui el sonidista, el escritor, el actor, el que me maquillaba”. Y termina entre carcajadas: “¡No me faltaba sino hacer cámara!”.

También recuerda el programa radial El manicomio de Vargasvil, un grupo y un espacio de la década de 1980 que todavía le trae grandes recuerdos por su humor y malicia a la hora de crear las canciones.

Uno de los temas musicales que crearon ahí, Mi abuelo, sonó bastante en una época en la ciudad de Medellín y muchos todavía lo recuerdan.



Personajes para no olvidar
En Antioquia es imposible no recordar a Braselanio, a Pategurre (el mecánico a quien Crisanto quiere tanto), a Lulito, al Descachado (burlarse del chiste)… Vargasvil sueña con que sus personajes sean como los del actor Chespirito, seres inocentes que pueden ser difundidos por el mundo porque son universales.

Esos personajes están ahora en La casa de Crisanto, un lugar que decidió crear este artista para darle entretenimiento y diversión al público que, con sus obras, cautiva a todo espectador. Está ubicada en la subida al cerro Nutibara por la calle 33, en la carrera 63B No. 32E-39 en la ciudad de Medellín.

Para Vargasvil el humor está en lo “elemental”: “La gente se ríe del espejo”. Cuenta que cuando interpreta personajes el público reacciona diciendo entre risas: “Así es mi mamá, igualito a mi hermano, así es mi tío”. Para él eso es el humor, “gozarse las situaciones cotidianas”.

Para Crisanto lo que certifica el éxito de una obra son los “buenos argumentos y un buen libreto”. Dos expresiones esenciales que hacen de un artista un excelente actor. Y él lo es en el campo del humor.

Escúche sobre su nuevo proyecto: la escuela de humor para niños - Informe de Elisa Restrepo Posada

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