Con la cabalgata o “desfile en caballo” empieza en firme la Feria de las Flores, de Medellín. Sin embargo, el mundo del caballo es amplio y diverso, con facetas desconocidas como las que presenta este reportaje que publicamos por entregas: el transporte de los animales en avión.
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En aerolíneas como Tampa y hasta en vuelos privados de empresas como Aerocarga viajan los caballos de talla internacional. El negocio de estos ejemplares siempre ha sido fuerte sobre todo en países como Colombia, Estados Unidos, Puerto Rico y República Dominicana.
Para nadie es un secreto que nuestro país ha sido “potencia” en el gremio equino, especialmente con el conocido “paso fino colombiano”, el cual ha sido motivo de orgullo nacional en muchos lugares del Planeta.
“El caballo criollo colombiano es una pasión, es un animal con excelentes calidades, con un brío increíble, es el más suave del mundo”, dice Tomás Echeverría, especialista en caballos y administrador del reconocido criadero El Líbano VO.
Y así lo es: el caballo colombiano es un ejemplo para el mundo, es un símbolo que ha caracterizado al país durante décadas, es potente, elegante, de buena silla, de excelente facilidad y comodidad para su conducción.
El caballo, más que una industria y una diversión, es toda una pasión transmitida de generación en generación en especial en Antioquia.
“El caballo en Medellín y el Valle del Aburrá es una tradición, es un animal bastante influyente. En el Área Metropolitana hay muchos lugares a los que vas y todavía tienen caballos en los solares: en La Estrella, Sabaneta, Copacabana, Bello, Envigado… En todas partes se pueden encontrar pesebreras: los antioqueños somos de una cultura ‘de a caballo’. Tanto la colonización como el desarrollo de Antioquia fueron gracias a las mulas. En el campo siempre han sido muy utilizados, fue y sigue siendo un medio de transporte”, explica Echeverría.
Es tanto el fomento equino en Medellín que los caballos de mejor linaje y mejores característica han salido de estas tierras.
“En Estados Unidos hay una calidad excelente. En Puerto Rico, en República Dominicana hay animales maravillosos. De aquí se han llevado los mejores caballos y yeguas, entonces allá hay una calidad sorprendente. En Colombia todavía se producen caballos muy importantes, los campeones mundiales de la pasada feria en Pereira fueron colombianos, pero de todas maneras se han llevado unas unidades importantes. Por eso se ha parado un poco la evolución del paso fino colombiano”, comenta el experto.
“Si la miramos y la comparamos con la trocha, los mejores caballos de esta modalidad siguen estando en Colombia, no se han vendido. Eso ha hecho que el progreso de la trocha desde hace ocho o diez años hacia acá haya sido importante. En el fino sí se evoluciona, pero no al ritmo de los otros pasos”, afirma.
Los altos costos
Exportar o importar un caballo no es tarea fácil. Para realizar estas actividades se requieren muchos permisos, exámenes y papeles. En Colombia hay un movimiento constante, pero muchas veces se dañan negocios por lo difícil que puede llegar a ser enviar un ejemplar a otro lugar.
Además, los precios son bastante altos: mandar o traer un caballo puede costar solo el viaje alrededor de 4.000 dólares.
Para iniciar un procedimiento de estos lo primero es comunicarse con alguna persona que trabaje en ese negocio. Se hace una cita, se cuenta a qué parte del mundo se quiere llevar, pues dependiendo del lugar varían los requisitos: generalmente dependen de la autoridad agropecuaria de cada país. Se tiene la lista con las exigencias y se empieza a preparar el caballo.
Al animal le hacen exámenes como anemia, Elisa, piroplasmosis, entre otros. Cuando pasa por todos los chequeos y está listo para ser enviado, tienen que comprarse unos jaquimones nuevos (cabecera para el caballo, la jáquima) y específicos para el viaje.
Se embarcan en guacal y es obligatorio que el caballo viaje con un acompañante aprobado por la aerolínea. En ocasiones se les exige que hagan un curso para explicarles los procedimientos durante el vuelo.
Puede ser sacrificado
Un riesgo grande que se corre al llevar o traer estos animales es que si se presenta algún inconveniente durante el vuelo el piloto tiene la capacidad de decidir sobre la vida del animal. Por ejemplo, si el equino se desespera demasiado, empieza a brincar y a revolotear por el avión y está arriesgando la vida de las personas, tiene la posibilidad de sacrificarlo, no importa el caballo que sea, si es el mejor del mundo.
Igual si está poniendo en riesgo la vida de una persona o de otro animal. Esto no es algo muy común; al parecer nunca ha ocurrido, pero es un peligro que se corre.
“Hay caballos que se montan en un guacal y están tranquilos, pero apenas el avión va a despegar se descontrolan. A veces se salen de los guacales y empiezan a caminar por el avión, entonces es bastante peligroso. Lo que uno trata de hacer es ponerles un tranquilizante en la vena, el cual es de acción inmediata, y posteriormente uno muscular, que es más lento pero dura más. Eso es lo único que podemos hacer y cuando se embarcan lo que queda es rezar. Hay unos a los que no les funciona y se bajan como locos, pero hay otros que sí reaccionan bien”, explica Tomás.
Cuando los animales llegan al país de destino, la entidad de sanidad animal los revisa, verifica que sean los mismos: lo chequean con el número del microchip que tienen todos ejemplares y con el registro corroboran las reseñas el color, las manchas, las pintas, las características que lo distinguen de los otros.
Se mantienen aislados en cuarentena (las cuales ya no son los 40 días), sino que se demoran lo que los exámenes de laboratorio tarden. Si hay algún examen que salga con alguna duda, sí se dejan asilados los 40 días porque más o menos en este tiempo una infección, parásito o algo que tenga se demora en incubación para que se refleje.
No todo sale bien
En la mayoría de cuarentenas a los caballos les va mal. Por ejemplo, la alimentación de un país a otro es diferente; el intestino del caballo es muy precario, entonces cualquier cambio altera su metabolismo y su rendimiento.
Después de pasar por las cuarentenas, si algo sale mal hay casos en los que los devuelven y a otros los sacrifican. Por eso antes de mandarlos es importante realizarles todos los exámenes necesarios para no correr riesgos.
“El movimiento de las importaciones y las exportaciones en el año es variable pero más o menos se maneja un promedio de 40 animales al año. Se traen muchas yeguas receptoras, se hacen embriones de caballos y yeguas importantes en Estados Unidos y se traen; igual se venden reproductores, potros. En 2006 y 2007 se trajeron razas diferentes a la criolla, se importaron embriones, pues los costos de los animales en pie son mucho mayores. Desde 2009 y lo que va de 2010 se han movido más que todo los caballos criollos, en su mayoría de paso fino”, cuenta Tomás Echeverría.
Sacar los caballos de Colombia es más difícil que traerlos, como afirma el experto: “Lo que uno tiene que hacer antes de cada evento es chequear bien los animales y hacer los papeleos pertinentes, tanto de exámenes como de registros. Siempre se corre un riesgo, entonces es imposible que uno lleve un animal con algún problema y pase las pruebas”.
Con los registros también hay problemas porque, por ejemplo, uno exporta un animal con un registro colombiano certificado y en Estados Unidos al otro día le dan un registro americano certificado, pero cuando lo importa a Colombia tiene que hacer el registro nuevo desde cero. Eso es crítico para quienes los traen porque las garantías son pocas y las exigencias muchas”.
La marca negativa
El mundo del caballo tiene grandes estigmas: la gente lo relaciona con actividades ilícitas y se comenta que las pesebreras son de malos ambientes. “Pienso que todo depende de la gente con la que te relaciones, en todos los gremios hay gente buena y mala, uno lo que tiene que tratar de hacer es entablar buenas amistades con todo el mundo, pero mantenerse más que todo con la gente que uno se identifica”, dice Tomás.
Con el paso de los años los caballos han mejorado y con ellos han ido evolucionando las ferias equinas: antes se veían asesinatos de jueces, había mucha corrupción, pero todo eso ha cambiado.
Ahora es posible ir con la familia a las ferias sin tener problemas. Por eso quienes están en esta actividad quieren cambiar esa imagen y que se empiece a ver que este animal puede ser para todos.
Esta labor la están cumpliendo las escuelas de chalanería. A las válidas van muchas personas que no tienen nada que ver con el gremio, pero que van a ver a alguno de sus amigos o familiares.
Colombia tiene un caballo de excelentes cualidades, digno de mostrar y de representarnos, de talla internacional, deseado por muchos y envidiado por otros. Por eso, al verlo, muchos gritan: “¡Ese caballo es de mi tierra, ese es el caballo colombiano, nuestro caballo!”.
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