El parque Explora ofrece múltiples posibilidades para aquellas personas que deseen embarcarse en el mundo de la ciencia y la tecnología de una forma lúdica y divertida.
Texto y fotos Marcela Pastrana A.
mpastran@eafit.edu.co
Suena paradójico que Física Viva, una de las cuatro salas de este parque temático, sea el lugar más visitado y apetecido por los estudiantes. Y es porque allí esta ciencia se sale de sus métodos teóricos tradicionales y abre un mundo con proyectos que, de manera dinámica y divertida, trabajan temas relacionados con movimiento, óptica, fluidos, sonidos y energía.
Es una sala donde los visitantes pueden apreciar el mundo tal como lo ven los ojos de una mosca o como lo vieron los dinosaurio. Pero también, competir en una carrera con un elefante o poner a prueba la sensibilidad de los oídos. Es un lugar donde la física se convierte en una ciencia experimental.
El factor tiempo no es un problema para los visitantes ya que, como la misma filosofía del parque lo plantea, el fin es que cada persona aprenda, disfrute y explore a su manera, haciendo a cada uno responsable de determinar la duración de su visita.
Rubén Darío Velásquez, miembro del grupo de “exploradores” que se encuentran en todo el parque compartiendo sus conocimientos y resolviendo dudas, cuenta como cada día, sin importar el tiempo que lleve trabajando allí, descubre nuevas cosas: “Comparto con gran alegría y entusiasmo con la gente que nos visita porque uno nunca en su vida termina de aprender”.
Otra sala muy visitada es la de tecnología digital, donde se encuentran proyectos sobre telecomunicaciones, tecnología y juegos virtuales, entre otros. Por ejemplo, hay una casa en la cual por medio de un teclado o de la marcación de números en el teléfono se puede hacer que diferentes artefactos funcionen, como prender y apagar luces o encender el televisor.
37 mil metros cuadrados de conocimiento
Fue construido por la Secretaría de Obras Públicas de Medellín con el patrocinio de Empresas Publicas de Medellín. En junio de 2008 se abrieron las puertas de este sitio de 37 metros cuadrados donde se quiere que los habitantes de Medellín y los turistas tomen conciencia de que la ciencia también puede ser algo divertido.
El parque Explora está ubicado en la zona centro-oriental de Medellín, entre las calles Carabobo y Cundinamarca, cerca al Jardín Botánico, el Parque Norte, el Parque de los Deseos y la estación Universidad, del Metro.
Quienes pretendan visitar el lugar deben tener en cuenta los horarios: de martes a viernes de 8:30 a.m. a 6 p.m. y sábados, domingos y festivos la venta de boletas se inicia a las 9:30 a.m. y las puertas se abren a las 10 a.m.
Existen varias clases de boletos, todo depende de la ruta que se desee hacer y a lo que se quiera entrar; por ejemplo, la ruta 1 cuesta 8.000 pesos e incluye la sala abierta (física al aire libre), dos salas interactivas y actividades experimentales. Otras rutas tiene un costo más alto ya que incluyen más salas.
Una vez le es entregada la boleta al visitante, éste debe poner atención a lo que aparece en el reverso, ya que allí está escrita la hora a la que le corresponde entrar al acuario, en caso de que su boleta lo incluya. La entrada a esa zona es por turnos.
A la vez, cuenta con un espacio de ciencia, tecnología e innovación social para que las personas que en forma anónima se dedican al trabajo tecnológico y científico puedan exponer allí sus investigaciones.
Una aventura marina comienza
A 9,6 metros bajo tierra se encuentra el primer nivel del acuario. 400 especies de ríos y mares esperan que lleguen los visitantes para cautivarlos con sus colores y formas. En cada una de las peceras se puede observar la construcción de un ambiente natural que le brinda a la especie una mayor comodidad y adaptación.
Una pecera de 4,97 metros de ancho por 7,67 de alto, llamada “la selva inundada”, es la más grande de Suramérica y ofrece una panorámica desde diferentes puntos del acuario. Allí, los peces nadan en medio de enormes árboles que representan un bosque del Amazonas: requiere tiempo contemplarla en toda su plenitud y más aún cuando se observa el Pirarucú, una de las especies del Amazonas que puede alcanzar una longitud de cuatro metros y que es considerado el pez de agua dulce más grande de Suramérica.
Al subir las escaleras un nuevo mundo marino aparece: las especies de agua salada. Grandes corales, variedades de caballitos de mar, pulpos y medusas sorprenden con sus formas de desplazarse.
Más adelante aparecen otras sorprendentes criaturas, las rayas de río que con sus aletas y afilada cola deslumbran a un grupo de niños que más que solo verlas desean tocarlas y sentirlas, resistiéndose a abandonar éste espacio en donde la belleza y el esplendor del fondo cada vez se hacen más evidentes.
En la retina de niños, jóvenes y adultos van quedando cada una de la criaturas observadas. Sobre todo para Juan Miguel, un muchacho de 14 años quien, a pesar de ser amante de la tecnología y la cibernética, disfrutó y observó con gran detenimiento cada una de las criaturas de las peceras.
Asombrado, Juan Miguel, que no es nada tímido, dijo: “Nunca en la vida me habría imaginado que en el fondo de las aguas existían criaturas tan raras y misteriosas”.
Ascendiendo por unas escaleras está el último nivel, donde está la salida. Al atravesar aquella puerta, algunos visitantes se comprometen con la naturaleza y con el establecimiento de hábitos que posibiliten su preservación.
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