La educación y la ayuda a la población adolescente en la planificación no debe ser un problema de sectores aislados de la sociedad: controlar el embarazo en la adolescencia es un reto para el país. / Foto de www.fotoeditores.com
Por Andrés Felipe Giraldo Cerón
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La sexualidad y la educación sexual hacen parte fundamental en la sociedad actual, sobre todo en los jóvenes. Sin embargo, hay un choque de posiciones sobre estos temas, dependiendo del punto de vista de las instituciones educativas, la sexología, la Iglesia Católica y, en muchos casos, de sectores específicos de la población.
La sexología es la ciencia que estudia la sexualidad por medio de la psicología, la medicina y la antropología, explica Carolina Londoño Gutiérrez, médica sexóloga, avalada por la Federación Latinoamericana de Sociedades de Sexología (Flasses) y directiva del Centro Psicopedagógico Integrado (Cepi).
“Para la sexología, en sexualidad todo está permitido, excepto aquello que obligue a otra persona a hacer algo que no quiere. Realmente lo único que debe limitar un comportamiento sexual es la ley”, asegura. En ese contexto, destaca la importancia de los programas de planificación sexual en adolescentes.
Y lo sustenta en el aumento en la última década del número de adolescentes que inician su vida sexual a temprana edad. Según la Red de Gestores Sociales, de la Presidencia de la República, el 44% de las adolescentes ha iniciado relaciones sexuales, dentro de las cuales un 14% es menor de 15 años.
Para ese ente oficial, “los y las adolescentes no cuentan con suficiente información y orientación para tomar decisiones sobre su sexualidad”. Asegura que “aunque conocen los métodos de planificación familiar, un 19% de ellas usa métodos tradicionales como el coito interrumpido”.
Londoño critica la posición de la Iglesia Católica frente a estos temas. Aduce que para el catolicismo es pecado planificar y más aún si es en menores de edad. La especialista argumenta que no se debe pelear con la educación sexual; por el contrario, hay que permitir y apoyar la prevención de embarazos no deseados.
Desde la otra orilla
El sacerdote Francisco Eduardo, párroco de la iglesia de la Niña María, del municipio de Envigado, difiere de esta posición, en particular en tópicos como el placer en la sexualidad, las relaciones extramatrimoniales y la educación sexual.
El clérigo asevera que el catolicismo está interesado en que la gente se responsabilice y tenga respeto con su sexualidad. Esta responsabilidad va dirigida para que el ejercicio de la sexualidad no sea simplemente desde el punto de vista del goce, agrega el padre Eduardo.
En cuanto a las políticas de educación sexual, siguiendo la línea de la Iglesia, critica las campañas que promueven la planificación en edades tempranas. Y considera que la planificación solo debe ser aplicada por padres de familia, pues en adolescentes solo promueve la promiscuidad.
En contraposición, Carolina Londoño resalta las bondades y la importancia que tiene el plan de educación sexual colombiano y de ciertos programas implementados por el Municipio de Medellín. Sin embargo, advierte que falta ponerlo en marcha de forma correcta porque “hay una gran falla en la falta de preparación de los docentes para impartir los temas adecuadamente”.
Cifras y proyectos
Los datos son contundentes. Según Profamilia, en el año 1990 el porcentaje de mujeres menores de 20 años que se convirtieron en madres era de 11%; para el 2000 la cifra ascendió a 21% y en 2004 a 22%.
El proyecto Sol y Luna, impulsado por el Municipio de Medellín, pretende prevenir embarazos y enfermedades de transmisión sexual entre adolescentes. Partió en 2004 de la iniciativa de la entonces primera mujer de la ciudad, Lucrecia Ramírez, en la alcaldía de Sergio Fajardo. Buscaba reducir el embarazo en adolescentes un 25%.
Como conclusiones finales del proyecto, que culminó en 2008, la entonces secretaría de Salud, Luz María Agudelo, asegura que se logró el “mejoramiento de la oferta de servicios en salud sexual y reproductiva para los jóvenes, la disponibilidad de métodos anticonceptivos modernos y mayor cobertura en la educación”. Explica que el proyecto redujo el embarazo de adolescentes en 50%.
También rescata el nivel de información y la comunicación de los métodos anticonceptivos y que se logró una mejor información “sobre prácticas sexuales y la valoración de la sexualidad como un aspecto de la vida humana que debe ser vivida de forma autónoma, responsable, segura y hacia el disfrute”.
Debido al éxito del programa, se aseguró su continuidad en el actual mandato de Alonso Salazar, dice Agudelo. En la actualidad es llevado a cabo en las comunas 1, 2, 3 y 4 donde, según Profamilia, se presenta el 30% de los embarazos de adolescentes en Medellín.
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