Grafitis en muros de distintos barrios de Medellín.
Por Juliana Henao Gutiérrez
jhenaog1@eafit.edu.co
Cuando se habla del grafiti (esa marca o inscripción que se hace rayando un muro) es necesario volver la vista a la vibrante Nueva York de la década de los años 60 del siglo XX. Porque surgió allí basado en la cultura hip hop y como modelo de expresión para abordar asuntos de diversa índole que tenían que ver con asuntos políticos y sociales.
En esa ciudad, los adolescentes empezaron a escribir sus nombres en las paredes de sus barrios, aunque en realidad utilizaban pseudónimos, creando así una identidad propia en la calle.
Desde entonces el grafiti tiene marcadas influencias relacionadas con el estilo de vida urbano y por ello se basa en expresiones culturales de las urbes que muchas veces son de tipo musical, como el rap y el break dance.
Otras influencias del grafiti están dadas por elementos que tienen que ver con la iconografía popular (en especial la caricatura), la publicidad e incluso el tatuaje.
Estas tendencias se ven reflejadas en la obra del grafitero que puede tener como propósito exaltar personajes y destacar textos o citas famosas, entre otros. Todo a través del dibujo que expresa su admiración por el objeto representado y logra llamar la atención de los observadores.
Calle Echeverry cerca al centro de Medellín.
Como expresión estética
“El grafiti es una forma de expresión más libre que muchas de las clásicas expresiones del arte”, dice Óscar Jairo González, profesor de Estética en la Universidad EAFIT. Esto por el hecho de que el grafitero no está involucrado ni inmerso en un mercado del arte, como tampoco en una teoría institucional del mismo.
Para González, el grafitero es un representante de lo estético en la medida en que no está dominado ni sometido a nadie: “Ni a una estética determinada o universitaria o de taller, o incluso de inducción para la formación de ciudadanos o de públicos para el arte”.
Y es que ese dibujante callejero no sólo posee absoluta libertad (una característica del arte moderno) sino que también encuentra su creación exenta de formalismos o principios, ya que sus inquietudes, su vida y en cierta forma su rebeldía son las únicas guías para realizar su trabajo.
Para este profesor, lo que no debe desconocerse es que aunque el grafiti ha alcanzado una dimensión estética que antes no poseía, continúa teniendo un carácter “outsider”, es decir, por fuera de la institución del arte o del Estado.
Carrera 44, Barrio Manrique, Medellín.
Cultura urbana y grafiti
La realización del grafiti adquiere su carácter expresivo y condición crítica dentro de la ciudad y por eso para muchos es válido argumentar que hace parte de la cultura urbana.
Óscar González asegura que fundamentalmente “el grafiti es una forma de cultura urbana por su calidad y cualidad de anónimo en la calle, para mantener el sentido de la crítica y de la rebeldía frente a las formas tradicionales y formales de expresión artística”.
El grafiti representa además, la cultura del diario vivir en la ciudad y esto, según González, hace que éste tenga una intención y pretenda crear conciencia de y sobre la realidad de una sociedad. De ahí su carácter público y la posibilidad que tienen todos de participar de él, observarlo, comunicarse con él y plantearse cuestiones a partir del mismo.
En términos comunicativos
Todo grafiti tiene un mensaje que desea exaltar y éste principalmente, marca su intención comunicativa y determina hacia qué público va dirigido.
González considera que en términos comunicacionales el grafiti es importante en la medida en que lleva a provocar conciencia, hacer crítica, formular observaciones y reflexiones nuevas a los transeúntes a quienes va orientado.
Y es que el grafiti se plantea como un medio de expresión válido en cuanto promociona la libertad del grafitero para exponer un tema de su interés a través de una creación artística que tiene ocultos una serie de simbolismos, sobre todo relacionados con aquellos que son promovidos por los medios de comunicación, tales como personajes, ídolos, programas y películas, entre otros.
“Tiene que ver mucho el grafiti con los medios de comunicación puesto que quien lo crea intenta, también, comunicar situaciones, problemáticas y acontecimientos sociales y culturales”, asegura el profesor de estética.
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